«La crisis del gobierno de Milei», por Luis Brunetto

En las elecciones de septiembre en la estratégica provincia de Buenos Aires Milei sufrió una fuerte derrota. Se espera para las nacionales del 26 de octubre una nueva derrota a manos del peronismo que, sin embargo, también perdió centenares de miles de votos, en el contexto de una elección marcada por la abstención electoral en un país en el que el voto es obligatorio.

Por Luis Brunetto/

Los resultados de la pasada elección de septiembre en la provincia de Buenos Aires, el distrito más importante de Argentina, expresaron el agotamiento de la confianza en el gobierno de las franjas del pueblo trabajador que habían votado a Milei frente al desastre del último gobierno peronista. Milei perdió en 2 años 2,2 millones de votos en la provincia de Buenos Aires, que concentra el 40% del electorado del país. ¡Una caída del 45%!

Esto es producto de una situación económica desastrosa, el salario mínimo y las pensiones son de unos U$S 250 mensuales. La inflación, el supuesto gran éxito de Milei, se mantiene en un 30% anual. La asistencia social prácticamente ha desaparecido, el movimiento piquetero sufrió una persecución feroz, la salud y la educación están en bancarrota. El Hospital de Niños Garrahan, el más moderno de Latinoamérica, está siendo vaciado, las pensiones y subsidios a los discapacitados han sido recortadas en forma salvaje, el presupuesto de las universidades estatales apenas alcanza para garantizar una parte del próximo año académico. Los salarios de los docentes universitarios se han desplomado más del 40%.

Pero los pensionados, los trabajadores del Garrahan, los despedidos, los docentes y estudiantes han luchado igual, el movimiento piquetero se ha mantenido en la calle en las condiciones más difíciles y a pesar de la persecución a sus dirigentes. Todo eso ha ocurrido mientras las direcciones sindicales vendidas de la CGT y las CTA se negaban a mover un dedo contra Milei, promoviendo la confusión y la desorientación en el pueblo trabajador que, sin embargo, ha respondido masivamente a los pocos llamados a huelga y movilización que se vieron obligadas a convocar las centrales sindicales.

Esto es lo que ha ido erosionando el poder del gobierno. Los escándalos de corrupción como Libra, las sobornos cobrados por la misma Karina Milei, y ahora la renuncia del primer candidato a diputado por La Libertad Avanza en Buenos Aires, José Espert, por sus vínculos con el narcotráfico, fueron saliendo a la luz y golpeando la imagen de Milei con el trasfondo del agravamiento de la crisis y las protestas y el descontento que se iban extendiendo.

Pero también el peronismo perdió también nada menos que 500 mil votos en relación a 2023 en septiembre. El 47% que obtuvo en Buenos Aires, si se toma en cuenta la abstención media histórica post 2001 que es del 20%, se reduce en realidad al 33% porque hubo un 40% de abstención. Elevadas e incluso mayores cifras de abstención se dieron previamente en la mayoría de los distritos en que se realizaron ya elecciones provinciales incluida la ciudad de Buenos Aires, la capital, donde los libertarios dicen haber ganado por un 33% que, si se considera la abstención histórica, se reduce al 18%. Ese salto de la abstención es el dato principal de la elección de septiembre y habla del descreimiento no sólo respecto de Milei, sino respecto de todos los partidos burgueses, kirchnerismo incluido.

Es verdad que el crecimiento del odio al presidente puede reducir el nivel de abstención en la próxima elección nacional y se ha vuelto una oportunidad para que el peronismo se recomponga electoralmente, pero eso no implica que las masas trabajadoras, aun cuando vuelvan a votarlo para castigar al gobierno, restablezcan el vínculo de identificación profunda entre ellas y el peronismo qué se viene deteriorando históricamente año tras año.

Además, ante los ojos de la población trabajadora se despliega un capítulo tras otro de complicidad del peronismo a la hora de dar “gobernabilidad” a Milei. Como acostumbra decir Romina Del Plá, candidata a diputada nacional por el Partido Obrero en el FIT- Unidad, “Milei siempre tuvo los votos peronistas necesarios en el Parlamento para sacar sus leyes nefastas”. Eso conspira contra la idea de que votar al peronismo sirve para frenar a Milei, porque ningún candidato peronista puede garantizar que no va a negociar con el gobierno, algo que, en cambio, la izquierda si puede garantizar.

La población además ve que la izquierda es la única fuerza que está sistemáticamente en la calle con los pensionados, el Garrahan, los trabajadores despedidos de Morvillo, Georgalos, Secco y otras fábricas en lucha en defensa del salario y contra los despidos, con los docentes, los estudiantes y las universidades.

La debacle económica, el FMI y Trump

El FMI ha asistido en abril al gobierno de Milei con casi U$S 20 mil millones para evitar una devaluación del peso. Ese dinero entró al país para alimentar el llamado carry trade: los capitales especulativos extranjeros pero también de capitalistas nacionales compran pesos y los colocan en bonos u otros instrumentos financieros que han llegado a ofrecer tasas del 140% anual, con rendimientos escandalosos en dólares, para después realizar esa ganancia en dólares nuevamente y sacarlos del país.

Esa especulación financiera constituye una verdadera rapiña de la riqueza de un país en el que abundan los recursos naturales más diversos, pero en el que el pueblo trabajador literalmente se muere de hambre. Ahora el FMI es renuente a seguir prestando. Sus autoridades han declarado que la asistencia de abril podría haber sido la última, días atrás el organismo redujo su previsión del crecimiento para 2025, ¡y Georgieva acaba de decir que salarios y pensiones tienen que reducirse entre un 40 y un 50% para que el país salga adelante!

A pesar de todo su poder, Trump parece no haber podido imponer al FMI un nuevo salvataje a Milei, como el que impuso en 2018 para rescatar a Macri del desastre. Es posible que la burocracia del FMI no se preste en lo inmediato a dejarse arrastrar a un nuevo desastre que podría poner en peligro lo poco que queda del prestigio del organismo, que ya llevó a la Argentina a la catástrofe con De la Rúa en el 2001 y con el macrismo en 2018- 19 y, con él, la estabilidad de un funcionariado cuyos salarios suman la friolera de ¡U$S 2 mil millones!.

Por eso el gobierno yanqui ha tenido que intervenir directamente tomando una medida inédita en la historia del capitalismo: ¡comprar pesos argentinos a través de bancos de EEUU para permitir que los buitres financieros sigan esquilmando al país llevándose dólares baratos! Para sumar ingredientes escandalosos al saqueo, el economista demócrata yanqui Paul Krugman ha denunciado que el secretario del Tesoro Scott Bessent está interviniendo con el fin de ayudar a inversionistas amigos como Rob Citrone a salir de la Argentina.

El precio de la “asistencia” del gobierno yanqui es por supuesto el sometimiento total: Trump ha humillado a Milei en su reunión en Washington, peor que a Zelensky, diciéndole en la cara que tiene que ganar las elecciones si quiere que lo sigan asistiendo. Y en ese caso, tendrá que entregar los recursos naturales, la energía nuclear e hidroeléctrica, implementar salvajes reformas laborales y del sistema de pensiones y alejarse de China. Se habla incluso de una base militar en el extremo Sur, en Tierra del Fuego.

Como el gobierno yanqui desconfía de la capacidad del equipo de Milei para negociar esas reformas y la gobernabilidad hasta el 2027, ¡envió al lobbista Barry Benett a negociar directamente en nombre de Trump con la oposición “pro Milei”! De lo que se trata no es solamente de consensuar el contenido y la profundidad de las reformas antiobreras, sino también las garantías represivas con las cuáles enfrentar la rebelión inevitable del pueblo trabajador.

Es que esa dinámica postelectoral que pretenden pergeñar para sostener la orientación de fondo de un gobierno herido de muerte no podrá interrumpir la dinámica callejera que ha conquistado su lugar heroicamente desde el 20 de diciembre de 2023, cuando a 10 días de la victoria de Milei, el movimiento piquetero se lanzó a la calle a conmemorar el aniversario de la rebelión de 2001 en medio de las dudas y las vacilaciones de buena parte del movimiento popular e incluso de la izquierda, y de la ausencia total y completa del peronismo que proponía, como sigue proponiendo, esperar a las elecciones de 2027.

El peronismo no es la salida

Ni el gobierno de Trump ni el gobierno de Milei son, como pretenden sus críticos burgueses nostálgicos del perimido orden forjado por el imperialismo republicano de postguerra, una anomalía. La orientación fascista de sus gobiernos es la expresión de un programa capitalista de salida a la persistente crisis mundial que estalló en 2008 y que el capitalismo imperialista no ha podido ni puede superar. Una crisis catastrófica que el régimen social capitalista en su decadencia descarga sobre la humanidad en su conjunto. Una crisis que sólo se puede resolver removiendo las bases del orden capitalista y retomando el camino de la construcción del socialismo.

Asistimos, en concreto, a la crisis del ciclo de restablecimiento del dominio capitalista sobre el conjunto del planeta, como consecuencia de la restauración capitalista en Rusia y, especialmente, en China. Un ciclo del cual, contradictoriamente, el país asiático ha emergido como una potencia que disputa la hegemonía imperialista decadente de los EEUU mediante un choque de envergadura mundial y de consecuencias imprevisibles incluso para la subsistencia de la especie humana. Un choque que tiende a una conflagración que sólo puede ser impedida con la conquista del poder por las masas trabajadoras del mundo mediante el método de la revolución proletaria.

Es inevitable que la persistencia de la crisis se exprese en un renacimiento de la tendencia a la transformación fascista del estado burgués, y que tal tendencia se manifieste con mayor crudeza en los dos extremos de la cadena imperialista en crisis: en la metrópoli en decadencia seducida por el aspirante a tirano que promete la restauración de la gloria irrecuperable; y en la semicolonia con la aparición del payaso corrupto y mentiroso que representa el interés directo del poder imperialista y que promete poner fin a la decadencia nacional legitimando el sometimiento colonial. Nada de esto, diría el gran Hegel, es contingente, sino racional y necesario…

Milei llegó al gobierno como eslabón final de una cadena de sometimiento y degradación nacional remachada no sólo por el “neoliberalismo” de Macri y Caputo (y ahora de Milei y otra vez Caputo), sino también por el fracasado nacionalismo burgués de Alberto y Cristina, incapaz por su carácter capitalista de romper con el sometimiento. La penuria actual de divisas que sufre el país y que el imperialismo está aprovechando para convertir a la Argentina en un nuevo estado yanqui de facto, es el resultado de la bancarrota del régimen de la deuda externa, pero en concreto del acuerdo con el FMI que realizó Macri y que renegoció el ministro Guzmán, el discípulo del progresista Stiglitz, durante el gobierno de Alberto y Cristina

Por su naturaleza capitalista, el peronismo no puede renunciar a insistir con una nueva «renegociación» con el FMI como solución ad infinitum. De hecho a ambos lados de la grieta peronista qué existe entre los seguidores de Cristina y los del gobernador Kicillof ya han salido a proclamar la defensa del régimen del sometimiento nacional al FMI.

Al día siguiente de su victoria electoral en Buenos Aires, y en el canal de TV macrista La Nación+ Kicillof, entrevistado por el periodista conservador Carlos Pagni, afirmó que el planteo de la izquierda de romper con el FMI “es infantil”. Por su parte, Máximo Kirchner, en lugar de plantear estatizar la banca y el comercio exterior para frenar la fuga de capitales, propone un exit tax del 3% a los que saquen sus dólares del país: “Desde abril se fueron U$S 18 mil millones [Nótese que es una cifra muy similar a la cifra con que ese mes el FMI “asistió” a Milei y Caputo. Ndel A]: hubiéramos recaudado U$S 540 millones”, afirmó en una entrevista con el periodista peronista Alejandro Bercovich.

En julio Argentina pagó U$S 4200 millones de dólares en bonos de la deuda, casi 8 veces la cifra a la que Máximo considera como solución para alguna cosa, vaya a saberse que. Sino fuera porque esta estupidez se explica por la necesidad nada inocente de promover salidas capitalistas al desastre del perimido e irrecuperable capitalismo argentino, podríamos afirmar que los infantiles son ellos…

No hay salida para el país, no hay posibilidades de satisfacer las más mínimas necesidades del pueblo trabajador, de los pensionados, de la salud y la educación pública, ni de planificar un proceso de reconstrucción de la economía que tenga como propósito darles respuesta sino se rompe con el FMI y con el imperialismo.

Milei ya fracasó, pero aun cuando su gobierno sobreviviera hasta el 2027 y Kicillof pudiera cumplir con su sueño de llegar al gobierno sin sobresaltos sociales que lo condicionen, lo que habrá alcanzado será una típica victoria pírrica, porque manteniendo el sometimiento al FMI no podrá resolver nada y fracasará nuevamente, como Alberto y Cristina.

Entonces, sea por el camino de una rebelión popular contra el gobierno de Milei o por el fracaso obligatorio del próximo gobierno peronista, parafraseando a Lenin, en el actual eslabón débil de la cadena imperialista que es la Argentina habrá sonado, cumpliendo el vaticinio preventivo del propio Trump, la hora de la izquierda revolucionaria.

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