«Trump en los mails de Epstein», por Jessica Winter

Los demócratas del Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes publicaron documentos inéditos que parecen reforzar la conexión del presidente Donald Trump con los delincuentes sexuales convictos Jeffrey Epstein y Ghislaine Maxwell.

Por Jessica Winter para The New Yorker/

En un correo electrónico de 2011, Epstein le escribe a Maxwell: «Quiero que te des cuenta de que ese perro que no ha ladrado es Trump». Epstein menciona el nombre de una víctima de trata, que el comité censuró, y dice que ella «pasó horas en mi casa con» Trump. «He estado pensando en eso», responde Maxwell.

En otro intercambio de correos electrónicos, entre Epstein y el periodista Michael Wolff, en 2019, Epstein se refiere al club privado de Trump, Mar-a-Lago, y dice: «Por supuesto que sabía lo de las chicas». (Ese mismo año, Epstein murió en prisión mientras esperaba juicio por cargos de trata de personas; Maxwell cumple actualmente una condena de veinte años por trata de personas).

Poco después de que estos archivos se hicieran públicos, los republicanos del comité publicaron más de veinte mil páginas de documentos adicionales procedentes del patrimonio de Epstein. Posteriormente, Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, reveló la identidad censurada de la víctima mencionada en los correos electrónicos publicados por los demócratas: la fallecida Virginia Giuffre, quien conoció a Maxwell en el verano de 2000, en Mar-a-Lago, donde trabajaba como encargada de los vestuarios a los dieciséis años. A las pocas horas de este encuentro, como relata Giuffre en sus memorias póstumas, «La chica de nadie», Epstein y Maxwell la violaron. Luego, durante más de dos años, la traficaron.

En su libro, Giuffre no acusa a Trump; afirma haberlo conocido, pero que fue un encuentro inocuo organizado por su padre, quien trabajaba en Mar-a-Lago como encargado de mantenimiento. Giuffre también negó bajo juramento haber visto jamás a Trump comportarse de manera inapropiada.

Al revelar el nombre de Giuffre, la Casa Blanca parece sugerir que se trata de la palabra de Epstein contra la suya; que uno puede elegir creerle al depredador o a su acusadora más prominente, lo cual no es ninguna elección, y al hacerlo, Trump queda impune. Pero ambos están muertos —ambos, supuestamente, por suicidio— y quién sabe cuántas historias dejaron sin contar.

En 2002, el año en que Giuffre se alejó de Epstein, el futuro presidente habló con afecto de su enigmático amigo en una entrevista con la revista New York . «Conozco a Jeff desde hace quince años», dijo Trump. «Un tipo estupendo. Es muy divertido estar con él. Incluso se dice que le gustan las mujeres guapas tanto como a mí, y muchas de ellas son jóvenes». Trump y Epstein tenían mucho en común. Una de esas cosas era que Virginia Giuffre trabajó para ambos desde los dieciséis años. Por mucho que los defensores del presidente utilicen sus palabras para protegerlo, ella es el vínculo irrompible entre Trump y Epstein.