A 5 años de su muerte, el 25 de noviembre de 2016, el último discurso de Fidel resuena en una Cuba convulsa en la que, a un lado y al otro del 11 de julio, se invoca su ejemplo. Lo invoca la burocracia que pretende comandar la restauración capitalista sin perder el control a manos de la contrarrevolución gusana, y lo invocaron los miles de trabajadores que salieron a reclamar lo que la revolución cubana siempre garantizó: pan, salud y educación para el pueblo trabajador. Un discurso de afirmación de los objetivos comunistas de la revolución cubana y un resumen de las preocupaciones que acompañaron los últimos dás del jefe revolucionario. Lenin, la Unión Soviética, el armamentismo y el imperialismo, la finitud de la vida, la inminente catástrofe climática y el vaticinio de una nueva revolución social.
Por Fidel Castro Ruz: Fragmento de su discurso ante el VII Congreso del Partido Comunista de Cuba, 19- 04- 2016/
(…) ¿Por qué me hice socialista? Más claramente, ¿por qué me convertí en comunista? Esa palabra que expresa el concepto más distorsionado y calumniado de la historia por parte de aquellos que tuvieron el privilegio de explotar a los pobres, despojados desde que fueron privados de todos los bienes materiales que proveen el trabajo, el talento y la energía humana.
¿Desde cuándo el hombre vive en ese dilema, a lo largo del tiempo sin límite? Sé que ustedes no necesitan esta explicación, pero sí tal vez algunos oyentes. Simplemente hablo para que se comprenda mejor que no soy ignorante, extremista, ni ciego, ni adquirí mi ideología por mi propia cuenta estudiando economía.
No tuve preceptor cuando era un estudiante de leyes y ciencias políticas, en las que aquella tiene un gran peso. Entonces tenía alrededor de 20 años y era aficionado al deporte y a escalar montañas. Sin preceptor que me ayudara en el estudio del marxismo- leninismo, no era más que un teórico y, desde luego, tenía una confianza total en la Unión Soviética.
La obra de Lenin, ultrajada tras 70 años de Revolución. ¡Qué lección histórica! Se puede afirmar que no pasarán otros 70 años para que ocurra otro acontecimiento como la Revolución rusa, para que la humanidad tenga otro ejemplo de una grandiosa revolución social, que significó un enorme paso en la lucha contra el colonialismo y su inseparable compañero, el imperialismo.
Quizás, sin embargo, el peligro mayor que hoy se cierne sobre la tierra deriva del poder destructivo del armamento moderno que podría socavar la paz del planeta y hacer imposible la vida humana sobre la superficie terrestre. Desaparecería la especie como desaparecieron los dinosaurios; tal vez habría tiempo para nuevas formas de vida inteligente o tal vez el calor del sol crezca hasta fundir todos los planetas del Sistema Solar y sus satélites, como gran número de científicos reconocen.
De ser ciertas las teorías de varios de ellos, las cuales los legos no ignoramos, el hombre práctico debe conocer más y adaptarse a la realidad. Si la especie sobrevive un espacio de tiempo mucho mayor, las futuras generaciones conocerán mucho más que nosotros, aunque primero tendrán que resolver un gran problema. ¿Cómo alimentar los miles de millones de seres humanos cuyas realidades chocarían irremisiblemente con los límites de agua potable y recursos naturales que necesitan?
Algunos o tal vez muchos de ustedes se pregunten dónde está la política en este discurso. Créanme que me apena decirlo, pero la política está aquí en estas moderadas palabras. Ojalá muchos seres humanos nos preocupemos por estas realidades y no sigamos como en los tiempos de Adán y Eva comiendo manzanas prohibidas. ¿Quién va a alimentar a los pueblos sedientos de África sin tecnologías a su alcance, ni lluvias, ni embalses, ni más depósitos subterráneos que los cubiertos por arenas? Veremos qué dicen los gobiernos que casi en su totalidad suscribieron los compromisos climáticos.
Hay que martillar constantemente sobre estos temas y no quiero extenderme más allá de lo imprescindible.
Pronto deberé cumplir 90 años (aplausos), nunca se me habría ocurrido tal idea y nunca fue fruto de un esfuerzo; fue capricho del azar. Pronto seré ya como todos los demás. A todos nos llegará nuestro turno, pero quedarán las ideas de los comunistas cubanos (aplausos) como prueba de que en este planeta, si se trabaja con fervor y dignidad, se pueden producir los bienes materiales y culturales que los seres humanos necesitan, y debemos luchar sin tregua para obtenerlos. A nuestros hermanos de América Latina y del mundo debemos trasmitirles que el pueblo cubano vencerá (aplausos) (…)
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