Osvaldo Bayer: «El 1° de Mayo de los anarquistas a Perón»

Quien mejor que Don Osvaldo para recordar el 1° de Mayo. Aquí, una conferencia suya dictada en abril de 2012 en la Legislatura de CABA.

Por 0svaldo Bayer/

1886… ¡Qué acontecimiento histórico! La primera huelga por las 8 horas de trabajo en Chicago y cómo quedo para siempre en la historia. Nadie recuerda cuando el capitalismo hizo sus primeros actos en la Edad Media; nadie recuerda a los ‘célebres generales’. Pero permanentemente se recuerda la lucha de los Mártires de Chicago. Personajes increíbles: cuánta generosidad, cuántos sueños convertidos en realidad.

El Congreso de la Internacional Socialista en Ginebra resolvió en 1866 iniciar el combate por las 8 horas de trabajo. Los primeros que cumplieron con el acuerdo fueron los sindicatos norteamericanos de Chicago, que en aquel tiempo eran todos de filiación anarquista. Así decidieron hacer el primer paro el Primero de Mayo de 1886 por la implementación de las 8 horas de trabajo. Decían que el ser humano también precisa de tiempo para otras cosas. 8 horas de trabajo, 8 horas de sueño, 8 horas para el hogar y los hijos.

La huelga fue total, menos una empresa que pagó a rompehuelgas un alto monto para que no salieran a la calle. Se efectuó el paro el Primero de Mayo, y al día siguiente la policía salió a reprimir a 50 mil obreros. Hasta ese momento, se trabajaba 10, 12, 14, 16 horas al día, y existían lugares que llegaban a las 17 horas. Principalmente en los oficios ‘de abajo’ que hacían las mujeres textiles. El 3 de mayo, pese a la represión, los obreros realizaron una gran manifestación en la fábrica Mc Cormick, donde no adhirieron al movimiento por un pago. Allí habló en un mal inglés, el anarquista alemán August Spies, explicando las razones de esa lucha en honor de los trabajadores. Entonces comenzó una batalla entre los huelguistas y los rompehuelgas financiados por una empresa. Ese día, la policía asesinó a 6 obreros y dejó decenas de heridos. Fue el momento en que otro anarquista alemán, apellidado Fischer, redactor del Diario de los Trabajadores, imprimió 25 mil volantes donde se explicaban las implicancias de ganar las 8 horas de trabajo. Decía: ‘Trabajadores, la guerra de clases ha comenzado. Al terror blanco, respondamos con el terror rojo si es necesario. Enfrentemos a los patrones. Tened coraje, esclavos, levantaos’.

El 5 de mayo se produjo una manifestación inmensa en el Haymarket. En ese lugar alguien arrojó una bomba y mató a un policía, y los uniformados abrieron fuego contra los miles de obreros, cuyo número de fallecidos jamás fue conocido. Inmediatamente, el gobierno norteamericano estableció el Estado de Sitio. Se aprisionaron a centenares de obreros, y se responsabilizó a 8 anarquistas por el lanzamiento de la bomba. El juicio se inició el 21 de junio de 1886. Tres de los anarquistas fueron encarcelados. El inglés de 39 años y obrero textil, Samuel Fielden, recibió cadena perpetua. El norteamericano de 36 años, vendedor, Oscar Neebe, fue castigado con 15 años de trabajo forzado. A un tipógrafo alemán de 33 años le dieron cadena perpetua. Los otros cinco imputados fueron condenados a la pena de muerte por la horca: Georg Engel, tipógrafo alemán de 50 años; Adolf Fischer, periodista de 30 años; el periodista alemán de 30 años, August Vincent Spies; Louis Lingg, carpintero alemán de 22 años que se suicidó antes de marchar a la horca para no darles en el gusto a sus verdugos; y Albert Parsons, inglés y periodista de 39 años, que no había estado en la huelga, pero se había adherido, durante el juicio manifestó que aprobaba todo lo que habían hecho los huelguistas. Sus nombres quedaron para siempre. En Argentina ninguno de los mártires de Chicago lleva el nombre de una calle.

Posteriormente hubo un gran movimiento empresarial donde se despidieron a miles de trabajadores de las fábricas, heridos de bala, procesados y torturados. La mayoría, por supuesto, eran inmigrantes: alemanes, irlandeses, rusos, italianos y polacos. Sin embargo, poco a poco, comenzaron los paros en todas las fábricas por las 8 horas de trabajo. Y año tras año, fábrica tras fábrica, se fueron conquistando las 8 horas de trabajo. Y los organismos internacionales, tanto socialistas, como anarquistas, proclamaron el Día Internacional de los Trabajadores el Primero de Mayo».

El 1° de Mayo en Argentina

En Argentina, el primer acto se realizó en 1890 por iniciativa del Club Socialista Alemán Vorwärts («Adelante»). Se convocó a todas las teorías políticas de izquierda de entonces. Fueron invitados los anarquistas, los sindicalistas revolucionarios (que poco tenían de revolucionarios). Esas fueron las tres grandes agrupaciones que constituyeron el movimiento obrero argentino.

Ya en 1899, desgraciadamente, se dividió el movimiento. Hubo un acto socialista y otro anarquista. En 1901 se fundó la Federación Obrera Regional Argentina (FORA), anarquista; y en 1902, la Unión General de Trabajadores (UGT), socialista. Precisamente en 1902, el presidente de la Nación, Julio Roca, impuso la Ley de Residencia, la más cruel de la legislación argentina. A través de ella se expulsaba a todos los obreros extranjeros que practicaban ideologías ‘contrarias al ser nacional’. Se deportaba sólo al hombre y se quedaba en Argentina su mujer con los hijos, con el fin de que la esposa le dijera a su marido ‘no te metas en el sindicalismo que te van a echar, ¿y qué hago yo con los niños, cómo los alimento?’ Entonces había muy poco trabajo para las mujeres. Fueron deportadas centenares y centenares de personas, casi todas españolas, italianas, algunas polacas, y casi todas de ideas anarquistas.

En aquel tiempo, los inmigrantes vivían en conventillos en el barrio porteño de San Telmo, construidos por la gente del barrio norte. Conventillos para 140 personas con un solo excusado. Y en el baño pendía un cartel que decía que ‘se prohíbe a las mujeres y a los niños hacer uso del excusado entre las 05:00 y las 09:00 hrs.’, porque en ese horario los hombres formaban fila para hacer sus necesidades antes de partir al trabajo. Además se recomendaba a las mujeres comprarse escupideras para hacer sus necesidades en esas habitaciones de 2,5 por 3,5 metros donde vivía el matrimonio con todos los hijos. Esto retrata el sufrimiento de los primeros inmigrantes que llegaron de Europa.

En 1904, 70 mil obreros asistieron a la manifestación del Primero de Mayo. ¡Cuando Buenos Aires tenía una población de apenas 900 mil habitantes! Y no era un día de fiesta ni un feriado, había que ir a trabajar. Es decir, quien participaba en la conmemoración de los Mártires de Chicago corría el riesgo de ser despedido. Allí, Julio Roca, en el último año de su segundo mandato, ordenó la represión. La policía atacó a las columnas obreras y fue asesinado el marinero Juan Ocampo de 18 años. Los anarquistas tomaron el cuerpo de Juan Ocampo y lo llevaron al local del periódico La Protesta, donde lo velaron. Por la noche, el presidente y general Roca dictaminó el allanamiento policial del lugar. Los uniformados destruyeron las imprentas y se llevaron el cadáver de Juan que jamás volvió a aparecer. Fue el primer detenido desaparecido en la historia de Argentina. Pero no existe ni siquiera una callecita en un barrio obrero con su nombre.

En 1905 también habrá represión hasta 1909, donde se produjo la gran matanza del coronel Ramón Falcón en la Plaza Lorea en Buenos Aires. Marcharon 75 mil obreros. Caminaban por la calle Rivadavia ese Primero de Mayo y Falcón que se encontraba cerca, mandó a la fusilería de la policía para que recibiera a los trabajadores con fuego. Los obreros iban con sus mujeres y sus niños porque querían que vieran el recordatorio. Cayeron inmediatamente 6 obreros. Luego Falcón ordenó a la caballería atacar a sablazo duro. Se produjo una masacre. Los trabajadores se retiraron. Naturalmente, al día siguiente los diarios conservadores felicitaron a Falcón porque los obreros en vez de ir a trabajar, ‘molestaban ocupando las calles principales’. Oficialmente aseguraron que hubo 14 muertos y 80 heridos graves. Por supuesto, el 3 de mayo hubo un paro general. Y cuando los soldados vieron a los trabajadores cargando y acompañando los ataúdes de los recién muertos hacia La Chacarita se originó un tiroteo. La policía debió evacuar.

Simón Radowistky

Los obreros de entonces no eran nenes de pecho. En noviembre de 1909, el joven anarquista de nacionalidad rusa, Simón Radowitzky, esperó al coronel Falcón a la salida de La Recoleta que iba en coche a caballo con su secretario, y le arrojó una bomba. El jefe de la policía voló por el aire y cayó muerto igual que su secretario. ¿Por qué la bomba? Porque los anarquistas sostenían que la bomba era la expresión de la ira del pueblo que ‘aguanta, pero termina por explotar’. Simón Radowitzky fue perseguido por la policía, intentó suicidarse de un tiro, pero no murió. Después de su apresamiento fue condenado a muerte. Pero el joven ruso demostró con su partida de nacimiento que apenas contaba 18 años, que para las leyes de entonces, lo situaban como un menor de edad, y los menores de edad no podían ser condenados a muerte. A cambio de ello, fue condenado a prisión perpetua en Ushuaia. Roca, imitando a los zares de Rusia, había convertido la cárcel de Ushuaia en Siberia, donde los prisioneros políticos y comunes morían de frío.

En la época, se realizaban manifestaciones donde se denunciaba esta situación y poetas populares y payadores cantaban y hacían poesías en los actos políticos obreros al respecto (La conciencia y la cultura / una forma de educación / la ley es oposición a los derechos de gente / la razón más sorprendente la ley la absorbe y la niega / las leyes de esta alma ciega y el juez es un delincuente).

Simón Radowitzky pasó 21 años en Ushuaia. Tenía una resistencia impresionante y sobrevivió. En 1930, estando Yrigoyen en el poder, los anarquistas realizaron un paro, exigiendo la libertad de Simón. Como los panaderos adhirieron, Yrigoyen debió ceder. Antes de pisar el puerto de Buenos Aires, arteramente, Radowitzky fue expulsado a Uruguay donde permaneció preso durante varios meses hasta que, nuevamente deportado, se fue a Brasil. Y en 1935, cuando la República Española se encontraba a las puertas de la guerra civil contra el fascista Franco, Simón se ofreció para luchar, pero no como combatiente, sino para mensajero en el frente. Si triunfaba la República, el ruso le pidió a sus compañeros que quería terminar sus días fabricando juguetes para los niños.

Las matanzas

En 1910, los ‘niños bien’ del Barrio Norte el Primero de Mayo asaltaron los periódicos anarquistas y La Vanguardia socialista e incendiaron los locales, las bibliotecas, y los sindicatos. En 1919 se produjo la Semana Trágica de enero. Los metalúrgicos se fueron a paro porque todavía laboraban 10 horas diarias (los panaderos consiguieron las 8 horas de trabajo en 1895, tras dejar a la ciudad sin pan una semana). El presidente Yrigoyen mandó la represión contra la huelga donde serían asesinados 4 metalúrgicos que quisieron impedir la actuación de la policía. Al día siguiente se desató el paro nacional de todos los gremios para enterrar a esos muertos. Nuevamente, la marcha obrera avanzó sobre La Chacarita a despedir a los mártires, y nuevamente fueron reprimidos por la policía. Ocurrió algo que jamás había pasado en la Ciudad de Buenos Aires: una batalla, pero esta vez, con obreros que ya usaban armas. Como los trabajadores estaban venciendo a la policía, Yrigoyen cometió su peor error: ordenó el accionar del ejército en la calle Corrientes. Como la Revolución Soviética había acontecido sólo dos años antes, la gente bien del Barrio Norte temía una réplica en Argentina. Entonces, se originó la Liga Patriótica Argentina desde esa minoría privilegiada socialmente. Yrigoyen permitió que la policía los apoyara contra los inmigrantes judíos que vivían en el barrio Once, porque, como habían llegado con pasaportes rusos y la Revolución fue allá… Estalló una verdadera masacre contra los judíos, que entonces también llamaban ‘rusos’. Destruyeron sus tiendas, incendiaron por doquier, etc.

En la primera presidencia de Yrigoyen se producen las más grandes matanzas de obreros de la historia argentina, incluso más que en dictaduras, y eso que Yrigoyen fue electo ‘democráticamente’. Entre 1921 y 1922 fueron duramente reprimidas las huelgas patagónicas. Allí Yrigoyen envió al ejército, al 10 de caballería, a las órdenes del teniente coronel Varela, quienes fusilaron a alrededor de mil 500 peones rurales. La pena de muerte había sido eliminada en 1918, pero se inventó la categoría de ‘subversión’ contra los trabajadores. Pero una huelga obrera no es subversión. Eso es cuando se levantan los militares. Lo mismo ocurrió en la empresa de capitales británicos La Forestal, esta vez, contra los hacheros, casi todos pertenecientes a los pueblos originarios. Primero fueron castigados por la policía privada de la empresa, permitida por Yrigoyen. Como no pudieron contra los hacheros, entonces el gobierno entonces el gobierno envió al 12 de infantería.

El Primero de Mayo de 1921 en Río Gallegos (2 mil habitantes), en medio de la represión, afirmaron los dirigentes obreros antes de los crímenes patagónicos, ‘Compañeros, nuestro triunfo se avecina a pasos agigantados. Ya han sido puestos en libertad 15 de los compañeros presos. Quedan 12. De ellos aún 8 son los que el señor gobernador interino y secretario de la Sociedad Rural, alzándose contra las leyes, se niega a poner en libertad, desobedeciendo hasta las órdenes terminantes e imperativas del Poder Ejecutivo Nacional. Pero ya le llegará su hora y la justicia triunfará por sobre el capricho. La huelga continúa, lo mismo que el boicot. Ni una ni otra cesarán mientras no estén en libertad todos los compañeros. No hagáis caso de las mentiras que hacen circular muchos enemigos porque ellos no reparan en medios para obtener lo que no pueden conseguir por las vías legales que violan abiertamente. La marcha de la huelga os la daremos a conocer por medios adecuados y las noticias que os comuniquemos, buenas o malas, serán la expresión fiel de la verdad. Estamos dispuestos a obrar así porque tenemos conciencia de la responsabilidad que hemos contraído. Se pretende hacer de nuestra justa actitud una cuestión de nacionalidades. Compañeros, rechacen semejante absurdo porque los obreros no ven un enemigo en aquel que no sea un connacional, sino una víctima del capital que todo lo corrompe y lo avasalla. Los hombres, sean donde sean nacidos, somos todos iguales y por eso no puede haber entre nosotros diferencias de nacionalidades. Adelante, pues, hasta conseguir nuestro justiciero triunfo. Permanezcamos unidos que esto nos hará vencer las dificultades que nuestros enemigos nos crean’.

En 1919 Yrigoyen transformó el nombre del Día de los Trabajadores en Fiesta del Trabajo. ¿Fiesta para quién? En 1925, el presidente de turno ubicó el Primero de Mayo como asueto nacional. Pasó a ser día de fiesta. ¿Para qué? Para que la gente se quedara en la cama y no hubiera más actos. En su segundo gobierno, Yrigoyen, en 1928, bautizó una plaza con el nombre Primero de Mayo para quedar bien con los sindicatos, y en Balvanera se erigió un monumento al trabajo que esculpió Roberto Soto.

Perón

Durante la Década Infame que inauguró José Uriburu (1930), los gobiernos prohibieron la conmemoración del Primero de Mayo. Los obreros hicieron manifestaciones de todos modos, en medio de enormes peligros. Yo me acuerdo de pequeño de esos Primeros de Mayo. Los maestros nos pedían no salir a la calle en esa fecha. Nos decían que sólo ‘los revolucionarios salen a la calle’. En 1944, los comunistas hacían su acto separados de los socialistas y anarquistas. El anarquismo había perdido muchos adeptos. Comenzó la industrialización del país, sin inmigración europea y con criollos del interior de Argentina. La reacción luego los llamó ‘cabecitas negras’, invasores de la ciudad. Cambió la composición de los trabajadores. El Primero de Mayo de 1944 que organizaron los comunistas en Plaza Once, fue reprimido por la policía y detenidos más de 100 comunistas. El Primero de Mayo de 1945, el ejército marchó sobre los actos para vigilar a los trabajadores.

En 1946 fue elegido presidente Juan Domingo Perón y la mutación fue profunda. Por primera vez, fue el presidente quien iba al Primero de Mayo. El ’47 el acto se efectuó en Plaza de Mayo. Perón y Evita salieron al balcón. Se perdió el carácter internacional y no se escucharon los cantos obreros ni la Internacional, sino que la música estuvo a cargo de compositores criollos. Habló el secretario general de la Central General de Trabajadores (CGT), Evita y Perón. A los comunistas, socialistas y anarquistas se les permitió realizar manifestaciones lejos del centro de la Ciudad de Buenos Aires, y el día anterior al Primero de Mayo, el 30 de abril. Los actos se modificaron totalmente. Perón jamás se refirió a los Mártires de Chicago, sino que se dirigía sólo a los obreros argentinos y desde un prisma nacionalista y de apoyo a los sindicatos adeptos a él.

Con el tiempo, se reconocieron sólo los sindicatos asociados a la CGT, la que fue reconocida por el Ministerio del Trabajo. El sindicalismo pasó a ser peronista. Quedó como Día del Trabajo y no de los Trabajadores, y definitivamente feriado. Todas las expresiones fueron para glorificación del líder y para hablar de las últimas leyes ligadas al mundo del trabajo. El peronismo, naturalmente no cambió el capitalismo. Se vivió un capitalismo con algunas leyes obreras, como el Estatuto del Peón Rural y otras. La primera parte del gobierno de Perón fue muy afín a la iglesia, pero con una relación muy contradictoria en el andar. En 1955, en el acto del Primero de Mayo, el secretario general de la CGT atacó a la iglesia católica, y se planteó que se lucharía por eliminar la enseñanza religiosa en las escuelas y se separara la iglesia del Estado por vez primera. La iglesia católica fue siempre la iglesia oficial del Estado. Perón dijo entonces que si los obispos ‘han de irse, se irán’. Dos meses después caería. Así comenzó la dictadura de Lonardi y siguió la de Aramburu. Como el Partido Socialista estuvo con la dictadura de Aramburu, ellos organizaron el acto de 1956, como en tiempos anteriores al peronismo, pero reivindicaron a Mayo y a Caseros y marcharon hasta el monumento de Sáenz Peña.

En 1964 los gremios siguieron siendo peronistas. Antes, el dictador Aramburu había permitido la realización del Congreso de la CGT en el cual se llevarían a cabo las elecciones de la central. Ahí surgen las 62 organizaciones sindicales peronistas, las 32 agrupaciones democráticas no peronistas y 7 que se distribuían entre comunistas y otras corrientes marxistas. Yo cubrí ese Congreso como periodista. Crecientemente se asentó una burocracia sindical muy fuerte. Tanto es así, que en 1964, con el gobierno de Illía, el Primero de Mayo los dirigentes sindicales ubicaron una corona de flores en el monumento a San Martín, con todo un sentido patriótico y totalmente ajeno a las causas que originaron la conmemoración. En esa ocasión, el sindicalista y político Andrés Framini prometió que Perón retornaría al país luego de visitar Egipto, India y la China de Mao. Pero no fue así. En su exilio, Perón primero fue al Paraguay del tirano derechista Stroessner; se refugio en la Venezuela del dictador Pérez Jiménez. Cuando esos militares ya decaían, Perón se fue al Canal de Panamá de los norteamericanos; a la Republica Dominicana del tirano Trujillo. Como Trujillo tambaleaba, los adeptos de Perón informaron que partiría a Argelia, cuando ese pueblo estaba en plena lucha anticolonial contra Francia. Sin embargo, no se asiló en Argelia, sino que en la España de Franco. Este periplo mostró claramente lo que ocurriría después. Perón eligió a su secretario privado en Madrid fascista, el cabo de la Policía Federal López Rega. En el breve gobierno de Cámpora, Perón lo obligó a colocar a López Rega como ministro de Asistencia Social. Se trataba de un sujeto que carecía de toda preparación política. Su única especialidad era la represión. López Rega fue el creador de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), la máquina de matar que antecedió la dictadura de Videla.

En 1965 en Plaza Once se dio una enorme pelea entre los propios peronistas. Comenzaba a gestarse la izquierda del peronismo. La disputa llegó al punto que el general Onganía -que había volteado al miembro del Partido Radical y presidente nacional, IIlia- prohibió los actos del Primero de Mayo. El regreso de Perón produjo la Masacre de Ezeiza al interior de las corrientes del movimiento. Perón simplemente había tomado partido por la derecha. Famosa es la acusación de ‘jovenes imberbes’ que hizo a los Montoneros y las juventudes de izquierda, justamente un Primero de Mayo de 1974.

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