Para los jóvenes que no lo conocen, el «cuento de la buena pipa» es un juego de pregunta y repuesta absurdo e interminable, como es absurdo e interminable, segun Daniel De Santis, el sistema de la deuda. Por qué la Argentina debe dejar de pagar la estafa.
Por Daniel De Santis/
El PBI en el año 2000 era de U$S 344 mil millones y en la actualidad es de U$S 369 mil millones. El crecimiento total entre esos años, de punta a punta, fue del 7,3 %. Es evidente que Argentina es un país estancado: con un modesto crecimiento anual del 3 %, para el mismo período, nuestro PBI debería haber crecido 63 %.
La causa de este estancamiento es que tenemos un país atado a una deuda externa que pasó de U$S 147 mil millones a los actuales U$S 365 mil millones, creciendo más del 148 %, más de veinte veces más que lo que creció el PBI.
Pero, en el mismo período, hubo un sostenido aumento de las exportaciones de productos agroindustriales y mineros, dando como resultado un saldo favorable de la balanza comercial que sumó U$S 193 mil millones de dólares.
Cómo se ve, a pesar de ese saldo favorable, del que resulta evidente que el endeudamiento externo es innecesario si se lo canalizara a la inversión dentro de la economía nacional, el crecimiento de la deuda representó casi el 90 % del saldo positivo acumulado por el país. ¿A dónde fueron a parar esos dólares, sino a la fuga?
Es que la deuda es en realidad un sistema montado sobre un volumen tal de capital que resulta impagable. En nuestro caso, como vemos, ronda el valor total del PBI.
Asumiendo que es impagable, tramposamente, los economistas del establishment usan el eufemismo de «deuda sostenible» para referirise no a aquella que se puede pagar, sino a aquella de la que se sólo pueden pagar sus intereses.
En las deudas comerciales, mientras se negocia no corren los intereses. Esto no ocurre con la deuda externa porque su finalidad es cobrar los intereses. En el sistema de la deuda, periódicamente se renegocia el capital, mientras el deudor paga los intereses.
Por más esfuerzos que haga el país deudor nunca logrará pagar el capital, que además tenderá a aumentar, sea porque no se puedan cubrir el total de los intereses o por la toma de nuevos préstamos.
Argentina estuvo pagando hasta 2019 entre U$S 18 mi y 20 mil millones anuales, lo que representa el 25 % del gasto público: a contramano de lo que afirma el discurso neoliberal, el pago de los intereses y el capital de la deuda son el principal rubro del gasto público. También aquí la deuda es el principal problema.
El endeudamiento de Macri no sólo fue ilegítimo porque sabía que era impagable y tenía por fin favorecer su reelección, como él lo reconoció, sino que el Presidente norteamericano Donald Trump aprovechó su ciega ambición capitalista para endeudar a nuestro país eternamente y que pase a ser un súbdito definitivo del imperialismo.
El problema se agrava porque gran parte de esa deuda fue fugada al exterior: U$S 86 mil millones en los cuatro años de Macri, batiendo todos los records. Los U$S 45 mil millones que fugaron Macri y sus cómplices, que como entraron salieron, están en sus cuentas en el exterior, y deberían ser usados para pagarle al FMI, porque de la Argentina no debe salir ni un dólar más bajo ningún concepto.
Hoy, el total de los «activos externos» de la burguesía argentina, o sea la suma de los dólares fugados, es superior al PBI de 2021. Todos los argentinos deberíamos trabajar un año sin tomar agua ni comer pan duro para reunir esa suma de dinero.
El resto de la deuda tiene su origen en la política de endeudamiento de la Dictadura militar. Ella fue investigada y denunciada por Alejandro Olmos y condenada por el Juez Ballesteros. La posterior deberá ser investigada para sancionar a los responsables y repudiada en lo que sea ilegítima. Conociendo el mecanismo del endeudamiento estamos convencidos que Argentina resultará un país acreedor y no deudor.
El Gobierno de los Fernández, sabedor de lo que aquí decimos, ha decidido seguir el camino trazado por el sistema de la deuda, es decir, pagar los intereses y patear el capital para el próximo gobierno que, salvo que sea un gobierno revolucionario, tenga el signo que tenga, hará lo mismo.
Para eso ya ha comenzado a juntar los dólares que salen de la mesa de los argentinos y argentinas. El año pasado suspendió el cuarto tramo del Ingreso Familiar de Emergencia y, este año, acrecentó su vocación pagadora ya que ni siquiera gastó lo que estaba previsto en la Ley de presupuesto, lo que se siente en el bolsillo y el ánimo del pueblo trabajador. Ni siquiera, para mejorar su chance electoral, pagó el IFE o el bono de $ 6 mil para los jubilados que anunció después de perder las PASO en septiembre.
Como se ve, la deuda no se contrajo ni se contrae para desarrollar el país, sino para financiar los negocios y negociados de un grupo de grandes empresas nacionales y extranjeras, por lo que nuestro país debe salir del FMI, denunciar el sistema financiero internacional y reorganizar su economía para basarla en el ahorro interno del grueso de su superávit comercial.
En caso de necesitar complementar al inversión, deberá recurrir a países con los que sepueda realizar acuerdos beneficiosos para ambas partes. Y el destino debe estar determinado por nuestro pueblo trabajador, para que los préstamos sirvan para invertir en infraestructura (puentes, caminos, hospitales, escuelas, etc.), Investigación y Desarrollo, y en la instalación de fábricas. Pero, reiteramos, solo como complemento del ahorro interno.
La clase de los capitalistas ha demostrado una y mil veces que no quiere un país soberano y desarrollado.El pueblo argentino que traspira la camiseta todos los días tiene que asumir la conducción del país para imponer el bienestar colectivo en un país próspero, desarrollado, con trabajo, educación y salud para todos, que si no es capitalista descubrirá que la felicidad viene asociada a la hermosa palabra socialismo.
Pero para logarlo hay que luchar. Argentina debe salir del Fondo Monetario Internacional y repudiar el sistema financiero internacional.
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