En dos días sucesivos la Plaza de Mayo fue escenario de manifestaciones opuestas. El 10, el kirchnerismo marchó para respaldar el pacto con el FMI y a la vez pesar en la interna del Frente de Todos. El sábado 11, más de 100 mil manifestantes reventaron la Plaza para reclamar la ruptura con el Fondo, en una marcha convocada a iniciativa del FIT- U y cuya única oradora fue Norita Cortiñas. Qué hay detrás de cada plaza y de los discursos de Lula, Cristina y Alberto.
Por Redacción/
Una plaza del pasado
Adornada con la presencia de Lula y Mujica, la plaza del viernes 10 fue una especie de celebración de la nostalgia. Esa sensación provocó sobre todo el discurso de Lula, que parecía buscar revivir los épicos años dorados del último ciclo del nacionalismo burgués latinoamericano.
El concepto que sobrevolaba la plaza podría resumirse de esta manera: «fuimos maravillosos, luchamos contra el imperio hasta donde pudimos, ahora tenemos que cuidar lo que tenemos (José «pepe» Mujica dixit) votando a Lula y apoyando a Alberto y Cristina».
Si efectivamente quedara algo que defender, no se lo defendería pactando con el Fondo, sino rompiendo, desconociendo la deuda y desarrollando el rumbo latinoamericano de lucha que iniciaron las jornadas argentinas de 2017, la rebelión nicaragüense de 2018, las sublevaciones en Ecuador y Chile en 2019, la peruana de 2020 y la rebelión colombiana de 2021.
Con ese futuro no conectó, ni siquiera en lo discursivo, la plaza del viernes.
El discurso de Cristina
La «práctica» Cristina, enemiga de la izquierdista y «utópica» ruptura con el FMI, propuso que el Presidente Alberto Fernández le proponga al Fondo ir en busca de los que fugaron la plata prestada por el organismo interncional a Mauricio Macri.
Y pagarle con esos dólares recuperados que el FMI, cuál Lenin, Trotsky y el Che, rescataría y confiscaría en colaboración con el gobierno burgués de Alberto, a los burgueses argentinos y a los capitalistas extranjeros que invierten en Argentina…
O sea: el FMI cómplice de Macri, y el gobierno de Alberto, incapaz siquiera de hacer cumplir a los empresarios el decreto antidespidos, saldrían juntos a la caza de los dólares fugados, con la complicidad de Macri, Caputo y Dujovne, por los capitalistas nacionales y extranjeros…
O la vicepresidenta es ingenua, o pretende engañar a su base, para contenerla, detrás de una propuesta que aparece como dura pero que es, a todas luces, absurda. Y ya se sabe, la vicepresidenta no es en modo alguno ingenua.
«No tengas miedo Cristina», le respondió un Alberto Fernández sabedor de que la zaraza de Cristina habilitaba, entonces, la suya propia…
¿Guzmán no le da bola a Cristina?
A la hora de los bifes, el programa kirchnerista hoy por hoy se reduce a tratar de sacarle un puntito más de déficit a Martín Guzmán, que como en un pasito de comedia cede, para después subejecutar, y listo.
Ya lo hizo después de la carta de septiembre, cuando Cristina (después de 2 años de ajuste explícito y como modo de lavar su culpa por el catastrófico resultado electoral) le «exigió» que llevara el déficit al 4,5 % previsto en el presupuesto.
Finalmente, el déficit será de alrededor del 3, apenas por encima de la cifra que provocó la electoral indignación de Cristina. Guzmán impuso su voluntad de no pagar ni el nuevo IFE ni el bono de $ 6 mil a los jubilados post- PASO, a pesar de la promesa de Alberto y los reclamos de Cristina y de Máximo.
Y esta va a ser la dinámica del acuerdo: una nunca vista reducción del gasto primario mientras se expande el gasto con que se paga la estafa, aumento de tarifas y licuación de los presupuestos de salud, educación, vivienda, y por supuesto de los salarios.
Los dilemas de Cristina
En su fase de decadencia, el kirchnerismo pergeña este «neo- relato» en el que Cristina es presentada como la defensora del interés del pueblo trabajador contra el ministro ajustador, a la vez que respalda por «inevitable» el pacto con el FMI, causa final del ajuste.
En cualquier caso, Guzmán, que cuenta las moneditas con ahinco digno de mejores causas, seguirá retobado, apoyándose en la certeza de que Cristina no piensa patear el tablero.
¿Podrá Cristina, en ese contexto, a pura zaraza, esquivar el destino del que Juan Perón zafó con su muerte previa al rodrigazo, el del choque con su propia base?
Veremos. Por lo pronto, está claro que hay cosas que no se pueden decir más, ni siquiera en la plaza de la zaraza. Por eso Cristina no las dijo. Ni Cristina ni Alberto: «no se va a pagar a costa del hambre del pueblo». Su propia base ya no lo cree. Es que hasta la zaraza tiene un límite…
Cristina historiadora…
1- «El FMI hizo caer dos gobiernos radicales»…
Pero al gobierno de Fernando de la Rúa lo hizo caer la rebelión del 2001.
No es la primera vez, ni será la última, que Cristina ningunea a la rebelión del 19 y 20. Que lo haga a poco de cumplirse 20 años indigna, aunque, al menos, hay que decir que esta vez no habló con el odio y el desprecio de clase con que habitualmente se refiere al levantamiento.
Es que Cristina hubiese preferido que triunfara la conspiración duhaldista en marcha desde meses atrás, acordada por Rocca, Moyano, Bergoglio antes de ser Francisco y la Liga de Gobernadores, y de la que formaba parte Néstor.
Hubiese preferido que la burguesía, su clase, volteara a de la Rúa, y no las masas movilizadas.
2- Según Cristina, la deuda pegó saltos bajo la dictadura y bajo el macrismo. ¿Se olvidó de Carlos Menem, del plan Brady y de la entrega del patrimonio nacional a cambio de papelitos de la deuda a valor nominal?
No se olvidó: no conviene recordar que el peronismo también es parte del juego, y la parte decisiva. No conviene recordar semejante jalón de la historia del gobierno del «mejor presidente de la historia argentina desde Perón» (Néstor dixit), del que el mismísimo Alberto fue un funcionario importante.
La Plaza de la lucha
Decenas de organizaciones sindicales, de derechos humanos, políticas, de mujeres y disidencias, ambientales, se unieron a iniciativa del FIT- U para repudiar el sometimiento colonial del país y del pueblo trabajador a un nuevo acuerdo con el FMI.
Todo el espectro político y social que, con sus limitaciones, han venido expresando los combates de masas del 2017- 21 en Latinoamérica.
Por eso, esa plaza que conecta con el futuro de lucha que atraviesa Latinoamérica, se llenó también de punta a punta.
En la plaza de la lucha se exigió la absolución de César Arakaki, Daniel Ruiz y Sebastián Romero.
Ya llena la plaza, las interminables columnas del Polo Obrero llegaban todavía por Avenida de Mayo hasta la 9 de Julio.
En la plaza de la lucha, como no podía ser de otro modo, habló Norita.
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