Sin cartas de Cristina

El anuncio del acuerdo con el FMI que el gobierno negocia pone fin a un ciclo histórico regido por la narrativa «antiimperialista» con que el kirchnerismo hegemonizó la política nacional desde principios del milenio. En esa construcción épica, el control del FMI sobre la economía nacional representaba el pasado «neoliberal» del que el kirchnerismo nos había sacado para nunca más volver. Nueva versión del nacionalismo burgués, sin embargo, el kirchnerismo no podía más que fracasar en su pretensión epopéyica para devolvernos las cadenas, remachadas ahora con el reconocimiento de la deuda contraída por el macrismo que el gobierno de Alberto, Cristina y Massa legitima sin chistar.

Editorial, por Redacción/

Representante de una clase social, la burguesía nacional de los países atrasados, incapaz de romper con las cadenas de la opresión nacional, el nacionalismo burgués no puede más que fracasar en sus recurrentes intentos de desafiar al imperialismo. En su curva histórica, no puede más que borrar con el codo lo que escribió, aunque fuera tímidamente, con la mano.

En nuestro país, el ciclo peronista, que apoyándose en la decadencia británica desafió en sus orígenes al imperialismo norteamericano para pretender construir un capitalismo independiente, devino bajo el menemismo en el enterrador de las conquistas que él mismo había concedido a las masas trabajadoras y que fueron la base de su potencia política.

El ciclo kirchnerista del nacionalismo burgués construyó alrededor de la “independencia del FMI” la épica política con la que se consagró como fenómeno político hegemónico de las dos primeras décadas del milenio. Ahora, en su decadencia, deviene en autor de un nuevo acuerdo colonial con ese mismo FMI, cargando sobre las agotadas espaldas del pueblo trabajador la cuenta del endeudamiento macrista.

El acuerdo en desarrollo con el FMI no tiene nada que envidiar a Roca hijo, aquel que proclamó a la Argentina joya de la corona británica, ni a ninguno de los pactos de entrega que jalonan la historia del país, desde el empréstito Baring en adelante. Profundiza nuestra condición semicolonial, volviendo a someter a la Argentina a la supervisión trimestral de los «corregidores» del Fondo.

¿Qué diferencia puede haber entre la legitimación de la deuda fraudulenta de Macri por Alberto, Cristina y Massa, y los seguros de cambio con que Cavallo estatizó la deuda privada durante la dictadura? ¿O con el saqueo del país con el Plan Brady, mediante la entrega de títulos de la deuda desvalorizada a precio nominal a cambio de la propiedad de las empresas estatales, con Menem y Cavallo? ¿O con el megacanje de Cavallo y De la Rúa que financió la fuga del 2001 que condujo al país a la bancarrota y a la catástrofe económica que desencadenó la rebelión popular?

Y lo repetimos: legitimada por Alberto, Massa y Cristina. Porque independientemente de la palabrería, de los discursos antifondo desde países lejanos, independientemente incluso, si alguien quiere creer en ellas, de las “buenas intenciones”, Cristina puso los votos y fue la artífice de este gobierno, de la Santa Alianza con Massa, Alberto y los gobernadores.

Cristina es tan responsable de este gobierno como responsable de los actos de este gobierno. Es responsable del cambio de fórmula jubilatoria que empeoró las jubilaciones que ya había empeorado Macri, responsable de Guernica, responsable de la desaparición de Facundo a manos de la bonaerense dirigida por su hombre de confianza Sergio Berni, responsable del desplome del salario real, responsable de los despidos violatorios del decreto antidespidos y, por supuesto, responsable de la entrega al FMI.

Cristina es responsable porque rifó su capital político guardando silencio, mientras se ejecutaba un ajuste feroz que después denunció oportunistamente cuando la suerte electoral le fue adversa. Si efectivamente quería forzar otro rumbo: ¿por qué no habló claro? ¿Por qué no impuso, como mínimo, con su indudable pero ya sacrificado poder de veto, la suspensión de las relaciones con el FMI hasta que se investigara la deuda de Macri? ¿Por qué no convocó a la movilización popular en caso de que Alberto se negara a seguir ese camino, en lugar de recurrir al oportunismo epistolar con que, a cuentagotas y en función de sus intereses personales, manifestó crípticamente su “disenso”?

Cristina no hizo nada de eso porque es una defensora del capitalismo, y sabe que enfrentar al FMI abre un camino al protagonismo de las masas trabajadoras que puede impugnar, en su desarrollo, el dominio político de la burguesía, su clase. Por su significación histórica, las cartas de Cristina equivalen a la cañonera paraguaya en la que huyó Perón en 1955, dejando desarmado y sin dirección al pueblo trabajador que pedía fierros para enfrentar el golpe gorila. Es el momento de la capitulación y de la decadencia del ciclo nacionalista burgués que, en este caso, y según el modelo de la tragedia y la comedia con que Marx parafraseó genialmente a Hegel, asume esta forma epistolar que no hace más que probar su impotencia política.

De aquí entonces, que no es Alberto, liberal ex menemista y ex cavallista probado, de excelente relación con Clarín- Techint, el que defrauda, sino Cristina, cuyo ex cavallismo había quedado sepultado bajo la estridencia de la épica de la «década ganada» . No nos defrauda por supuesto a nosotros, que conocíamos los límites de clase de sus perspectivas, sino a sus bases, en las que todo es hervor, desconcierto y hasta bronca. El economista “kirchnerista duro”, Andrés Asiaín, lo explicó bien en el programa de radio de Tognetti: “El FDT está cavando su propia fosa y preparando la transición para un nuevo gobierno de Cambiemos”.

Los lectores de Estación Finlandia no necesitan conocer la letra chica para comprender que el acuerdo profundiza las cadenas con que el imperialismo somete al país y a sus clases trabajadoras. Señalemos, sin embargo, para algún desprevenido, sus elementos fundamentales. El presupuesto 2021 preveía un déficit del 4,5%, y el ajuste feroz de Guzmán, Alberto y Cristina, lo redujo al 3%. El déficit comprometido con el FMI para 2022 es del 2,5%, 2023 1,5%, 2024 0,9%. Alberto simplemente mintió cuando dijo que no nos pedían déficit 0: 2025 debe terminar con déficit 0. Para los dos últimos años del mandato de Alberto, se prevé una reducción del gasto de alrededor de $ 1,5 billones. Y de más de 2 billones hasta el 2025.

Guzmán dijo en su conferencia de prensa del viernes por la mañana que no habría cambios en la política tarifaria, el FMI lo desmintió por la tarde, señalando que el acuerdo supone la reducción de los subsidios al consumo de gas y electricidad. Además, el gobierno renunció a todas sus pretensiones originales: los 20 años de plazo que planteó el kirchnerismo en su carta de mayo, a la ampliación del déficit que exigió Cristina en su carta de octubre, a la eliminación de las sobretasas, etc. Nada de nada…

La única virtud del acuerdo es la de dividir claramente las aguas entre los partidos del régimen y las organizaciones dispuestas a enfrentarlo y, con él, al régimen mismo. Se impone una perspectiva de lucha a las masas trabajadoras larga y difícil, pero obligada por la magnitud del ataque en ciernes sobre sus ya paupérrimas condiciones de vida, y que sólo puede tener como horizonte realista un gobierno obrero que inicie el proceso de transición al socialismo.

En ese proceso, el FIT- Unidad tiene el deber de colocarse a la altura de las circunstancias. Desde ya, su denuncia parlamentaria del acuerdo debe dar cuenta de la magnitud histórica del crimen en curso contra el país. Único bloque político con capacidad de convocar alrededor suyo a todas las fuerzas que pretendan derrotar al régimen de sumisión nacional, es su obligación abrir el camino a una alternativa obrera y popular que no puede más que trascenderlo, atrayendo al camino de la lucha contra el régimen del Fondo a las más amplias capas populares.

Una reputada fuente del Instituto Patria, persistentemente empeñada en sustraerse sin éxito al sendero de la desilusión, le dijo a uno de los integrantes de esta redacción que el viaje de Cristina a Honduras fue planeado para no tener que estar en el país durante las horas clave del jueves.

No le creemos, pero muestra hasta donde llegan las heridas en algunos de los antiguos leales al pingüino y su compañera. En este caso, uno de los que cantaba, sinceramente, y desde lo más profundo del alma, aquello de “Cristina/ Cristina/ Cristina corazón/ acá tenés los pibes para la liberación”.

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