«La Izquierda y la cuestión palestina» por Gabriel Solano

El pedido de rectificación por parte de la bancada del FIT de su voto positivo en la Legislatura porteña del proyecto que equipara antisionismo y antisemitismo, desató el rechazo de los defensores del opresor estado israelí. La Organización Sionista Argentina amenazó inclusive con llevar adelante medidas legales contra los legisladores. En este artículo, Gabriel Solano desarrolla el punto de vista de la izquierda ante la cuestión palestina y el sionismo.

Por Gabriel Solano * para Estación Finlandia/

Para el 1° de julio estaba fijada la fecha para el comienzo de la anexión del 30 por ciento de Cisjordania al Estado de Israel, acordada en enero en el “acuerdo del siglo” entre el gobierno de Beniamin Netanyahu y el de Donald Trump: Un intento de “solución final” que  apunta a terminar de barrer al pueblo palestino de su territorio histórico, avanzando incluso en su exterminación física.

Sin embargo la anexión fue postergada por múltiples motivos. Por un lado, Netanyahu viene enfrentando problemas que se han ido agravando: una agudización en la cantidad de contagios diarios por Coronavirus, el alza en el desempleo que alcanza a un millón de personas, las crisis hacia el interior de la alianza gobernante y la falta de apoyo en la región, que condiciona el acompañamiento del propio gobierno de Donald Trump.

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La oposición a la anexión es fuerte incluso dentro de la población del estado sionista. Solo un 5 por ciento de los israelíes consideran que la anexión debe ser la prioridad del gobierno. Un amplio sector la rechaza y ha protagonizado movilizaciones, que este 1° de julio se repitieron en países como Francia, Bélgica y Estados Unidos. A su vez, Netanyahu se encuentra envuelto en un juicio por corrupción que acaba de comenzar.

De todos modos el retraso del plan anexionista no es de ningún modo definitivo: a fin de año hay elecciones en Estados Unidos y su base política derechista presiona a Trump para que lo impulse. En este cuadro, la ofensiva del estado sionista avanza con la instalación de colonos, autopistas, desplazamientos y asesinatos. Esta nueva etapa en la política de usurpación permanente, debe ser derrotada por la resistencia y la acción de solidaridad internacional de los trabajadores. Los gobiernos del mundo, cómplices del sionismo, no han pasado de tibios comentarios sin mayor condena al plan de anexión.

Antisionismo no es antisemitismo

La colonización del territorio palestino implicó la expulsión violenta de más de un millón de palestinos, la ocupación de sus tierras y la expropiación de sus propiedades, fue un plan sistemático de desposesión de la población árabe nativa. Se trató de un  hecho fundante del Estado sionista, que se profundizó en las décadas sucesivas, como ocurrió en 1967 con la llamada Guerra de los Seis Días, que resultó en 200.000 nuevos refugiados palestinos como resultado de la ocupación de la Franja de Gaza y Cisjordania. El cerco, el bloqueo económico y los bombardeos que el Estado de Israel realiza, en forma más o menos regular, contra la población palestina en la franja de Gaza, y el crecimiento sistemático de los asentamiento en Cisjordania de colonos auspiciados por el Estado y custodiados por las FFAA israelíes, son manifestaciones claras del carácter criminal y terrorista del sionismo.

El Partido Obrero tiene toda la razón cuando diferencia al antisemitismo del sionismo y aún más del propio Estado de Israel. El antisemitismo moderno es el resultado de la decadencia capitalista. Vino a frenar el proceso de integración, de la población judía a las distintas sociedades en la que estaba dispersa, abierto por la Revolución Francesa y sus avances democráticos y transformó a los judíos en chivos expiatorios para desviar la lucha de las masas contra el capitalismo y sus Estados.

El sionismo, por su parte, es una ideología nacionalista reaccionaria surgida a la luz de la decadencia capitalista, que fue utilizada por el imperialismo primero para dividir a los obreros y campesinos judíos del resto de las clases explotadas de cada país, y para colonizar Palestina luego de la finalización de la Primera Guerra Mundial que llevó a la disgregación del Imperio Otomano. Esta colonización fue impulsada primero por el imperialismo inglés (Declaración Balfour) hasta que ese lugar lo ocupó definitivamente el imperialismo norteamericano.

El salvaje proceso de colonización se llevó adelante con los métodos más criminales, muchos emulados del propio nazismo, tal como lo han probado mediante una gran investigación científica la corriente de los llamados “nuevos historiadores” dentro de Israel. Se probó que la máxima sionista de que Palestina “era una tierra sin pueblos” era una falsedad completa, que sirvió para encubrir que la formación del Estado de Israel se hizo sobre la base de la expulsión violenta de casi un millón de palestinos y la expropiación de sus tierras y propiedades. Estos métodos criminales se han exacerbado con el correr del tiempo, como lo prueba en la actualidad el inhumano cerco a Gaza y la creciente colonización de Cisjordania.

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Nuestra lucha contra el antisemitismo va de la mano con la lucha contra el sionismo, al que denunciamos y enfrentamos concienzudamente. El Partido Obrero defiende de manera incondicional el derecho a la autodeterminación del pueblo palestino y su derecho al retorno a su territorio histórico, un derecho democrático elemental que sólo puede ser implementado poniendo fin a la partición de Palestina impuesta por el sionismo y unificando al país en el marco de una Palestina única, laica, democrática y socialista. La lucha contra esta nueva ofensiva debe ser integrada a la lucha histórica de las masas explotadas de la región, por el fin del Estado sionista que opera como gendarme y socio estratégico del imperialismo norteamericano en Medio Oriente.

La ofensiva anexionista a la que asistimos en estos días prueba el fracaso de la llamada “solución de dos Estados” y los Acuerdos de Oslo, que convalidaba la partición de la región y el hacinamiento de la población palestina en la Franja de Gaza y en Jericó (Cisjordania) e inclusive las colonias israelíes en aquella zona, monopolizando las mejores tierras. El “proceso de paz” fue una maniobra de Estados Unidos y el sionismo para frenar la Primera Intifada y para garantizar “la estabilidad” en la región, cuyo fracaso se expresó en la Segunda Intifada a partir del año 2000. La respuesta sionista fue una masacre sin precedentes. Con los Acuerdos de Oslo el imperialismo y el sionismo lograron cooptar a la dirección de la OLP, que en contra de su programa histórico terminó convalidando la existencia del Estado de Israel. Desde ese momento la función de la OLP, y de la llamada Autoridad Nacional Palestina, fue actuar como agente de represión de su propio pueblo en asociación con el sionismo.

En la línea de nuestra denuncia al sionismo, condenamos y repudiamos la colaboración y la solidaridad del gobierno argentino de Alberto Fernández con el gobierno de Netanyahu y el Estado de Israel. Alberto Fernández ha comenzado su gobierno buscando el apoyo del Estado de Israel, uno de los primeros que visitó en momentos en que asumía la presidencia, esperando el apoyo para la renegociación de la deuda. Un hecho que ilustra sobre su alineamiento con Israel es haber dejado a Hezbollah en la lista de organizaciones consideradas terroristas por el Estado argentino, algo que rechazan la inmensa mayoría de los países no solo de la región sino del mundo entero.

* Legislador porteño por el Partido Obrero en el FIT Unidad.

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