La huelga de los trabajadores postales brasileños se sostiene y se extiende. El único desafío serio al gobierno de Bolsonaro depende de la continuidad y la expansi´ón del paro, boicoteado por las burocracias sindicales, los pelegos, y la «izquierda» del régimen, se mantiene gracias a la voluntad de lucha y la conciencia de las bases obreras.
Por Alejandro Acosta, Gazeta Revolucionária, desde Brasil/
La huelga de los trabajadores postales entra en la quinta semana, para sorpresa de muchos. En el país vice campeón del mundo en Coronavirus, se han producido grandes manifestaciones en las calles de los trabajadores postales, como las del viernes 11 de septiembre, en las que incluso se homenajeó al pueblo chileno que repudió el 47 aniversario del golpe militar más sangriento de América Latina.
A pesar de los sucesivos intentos de romper esta huelga, que también es la más grande de Brasil desde 1995, los trabajadores han superado todas las dificultades y sabotajes recurrentes. Hasta ahora, la política de los Gobiernos para romper las huelgas de los trabajadores postales había sido la de dar algo a los trabajadores a cambio de importantes derechos, ganados con mucha lucha. En paralelo, le entregaban a la mafia sindical puestos de jefes y “otras cosas más”. Estos métodos fueron abandonados por el gobierno de Bolsonaro, que ha declarado cientos de veces que busca entregar Brasil a los buitres capitalistas. Este año busca entregar cuatro grandes empresas, comenzando por los Correos.
La Audiencia de Conciliación celebrada en secreto en el Tribunal Superior del Trabajo (TST) el viernes 11 de septiembre reveló que el Gobierno no quiere hacer ninguna concesión. Se busca imponer una vuelta al trabajo para desmoralizar a los trabajadores sin ningún derecho, con la llamado Consolidación de las leyes del Trabajo (CLT) verde amarilla, imponiendo “maravillas” como la subcontratación completa o el trabajo intermitente.
El sabotaje de la mafia sindical
El grado de adhesión a la huelga sigue siendo alto, considerando la alta presión ejercida sobre los trabajadores. El punto más débil del movimiento es la no parálisis de los principales centros operativos de Brasil, São Paulo y Río de Janeiro. La Empresa de Correos y Telégrafos (ECT) ha movilizado a trabajadores administrativos y subcontratados para disponer de carga los fines de semana.
La mafia sindical, especialmente la que controla los sindicatos en São Paulo y Río de Janeiro, ha saboteado todo lo que ha podido. Y ha cumplido el requisito fundamental del Gobierno, que los centros operativos no se paralicen. Las direcciones de los principales sindicatos postales (hay 36 para una sola empresa y por lo tanto, para un único patrón), las dos federaciones y ADCAP (la Asociación de Patrones y Técnicos) se vendieron hasta la médula.
Es que, por un lado, aparecen en los «dossiers» publicados por parte del gobierno de Bolsonaro, por los recurrentes robos en los sindicatos y federaciones, así como por el jolgorio con los puestos de dirección y otras “operaciones no estructuradas” menos heterodoxas. Por otro lado, la mafia sindical actual está aterrorizada con que le ocurra lo mismo que a la mafia sindical vinculada a la Dictadura Militar: Que los trabajadores la pasen por arriba.
¿Cómo ganar? Salvar los Correos es salvar a Brasil
Para que los trabajadores postales ganen, es necesario golpear al gobierno de Bolsonaro donde más le duele, detener la producción con ocupaciones de empresas. Esto ya ha sucedido en varios centros operativos, por primera vez a nivel nacional desde 1995. Pero es necesario detener la producción por completo para poner de rodillas al gobierno.
Es necesario sacar la huelga del aislamiento. La lucha de los trabajadores postales es la lucha de todos los brasileños. Por eso, es necesario llevar la lucha a las calles, a través de grandes movilizaciones en las principales ciudades del país. En el día de la sentencia del Acuerdo que tendrá lugar el 23 de septiembre en el TST, las calles de Brasilia deben tomarse al grito de ¡Salvemos Correos para Salvar Brasil!
Para ampliar la movilización, es necesario levantar algunas banderas centrales:
1) No a la privatización de empresas estatales y cancelación de la subcontratación. Mantener todos los derechos actuales;
2) Apertura de los libros de contabilidad para que se haga pública la farsa de los déficits que el gobierno de Bolsonaro usa como excusa para entregar Brasil a los buitres capitalistas;
3) La contratación de 150 mil nuevos concursados en Correos según recomendación de la Unión Postal Universal y con prioridad para los actuales subcontratados;
4) La cancelación de la corrupta deuda pública que consume más del 40% de lo que gasta el Gobierno Federal.
Si la huelga de los trabajadores postales es derrotada, la privatización y la masacre de la nación brasileña serán mucho más fáciles. Y la culpa principal será de la mafia sindical de todas las categorías, de los Al Capone de las Centrales Sindicales y de los mafiosos de los partidos políticos, a lo que solamente les interesan los carguitos y los sueldos altos que negocian con la sangre de los brasileños.
Estos paros, los únicos paros nacionales que significan fuertes protestas contra el gobierno de Bolsonaro, deben servir de ejemplo para la lucha de las otras categorías, así como nos sirve de ejemplo la lucha de Chile, Colombia, Argentina y toda América Latina. Por eso, todos los trabajadores (concursados, trabajadores subcontratados, jubilados, despedidos, familias, trabajadores de otras empresas públicas y privadas) deben participar en la lucha y asegurar la victoria.
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