«El Tambero: valiente, rebelde, tupamaro», por Daniel De Santis

En la madrugada del miércoles 23 de febrero, a los 79 años, falleció en Montevideo el revolucionario tupamaro Jorge Pedro Zabalza, el «Tambero», luego de dar pelea a la enfermedad y, antes, a la cárcel de la dictadura y a la traición. Crítico del rumbo claudicante impreso por sus ex compañ´eros Eleuterio Fernández Huidobro y José Mujica, tras la muerte de Raúl Sendic, al MLN- Tupamaros, rompió con ellos a través de la llamada «Carta de los Cien» (por el número de militantes tupamaros que firmaron el texto). En ella describió los hechos que se fueron encadenando para dar lugar a la debacle política y moral de una dirigencia que, abandonando la lucha, asumió la conciliación de clases en nombre de la cuál es posible justificar cualquier claudicación.

Por Daniel De Santis/

Zabalza nació en 1943, el mismo año que mi hermano mayor, en la ciudad de Minas del Departamento de Lavalleja. Las inquietudes militantes del futuro revolucionario se iniciaron en el Liceo de su ciudad natal en el que llegó a ser Presidente de la Asociación de Estudiantes Eduardo Fabini. En la Universidad se anotó en la carrera de notariado participando activamente en su Centro de Estudiantes y en la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU).

En 1967 viajó a Cuba con la intención de incorporarse a la guerrilla del Che Guevara en Bolivia. Mientras realizaba el entrenamiento trascurrieron los hechos que culminaron en La Higuera. De regreso al Uruguay se incorporó al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T). Participó de varias acciones y al año siguiente fue apresado, cuando el movimiento preparaba la toma de Pando para conmemorar combativamente el segundo aniversario de la caída del Che. En la acción cayeron tres tupamaros, entre ellos su hermano Ricardo. A Jorge siempre lo acompañó el dolor y la responsabilidad que sentía porque en su reemplazo había marchado al combate su hermano menor.

Tras una sucesión de fugas, entre ellas la espectacular de Punta Carretas en la que 111 tupamaros recuperaron la libertad, cayó prisionero de las Fuerzas Armadas en junio de 1972. Durante 12 años fue uno de los nueve rehenes de la Dictadura y protagonista de lo que llamaron «la noche de doce años». Fue liberado junto a sus compañeros y compañeras. en 1985. Desde entonces integró el Comité Central y el Comité Ejecutivo del MLN- T hasta 1995. En esos años tuvo a su cargo los periódicos Mate Amargo y Tupamaros.

Cuando en el año ’85 se produce la reapertura democrática, el MLN- T se integró a la vida legal. Mientras estuvo vivo Raúl Sendic, el «Bebe», mantuvo su impronta insurreccional y revolucionaria pero actuando en la legalidad. Mediante una alianza política con el Partido por la Victoria del Pueblo, el Partido Comunista Revolucionario, el Partido Socialista de los Trabajadores e independientes, se crea el Movimiento de Participación Popular (MPP) como un polo revolucionario dentro del Frente Amplio (FA), con una fuerte inserción en algunos movimientos sociales que existían en aquel momento, y manteniendo el horizonte insurreccional.

Como militante argentino y compañero de Enrique Gorriarán no puedo dejar de recordar que luego del intento de copamiento del Cuartel de La Tablada en 1989, el MLN- T iba a emitir una declaración. Eleuterio Fernández Huidobro llegó a la reunión del Comité Ejecutivo con la declaración ya escrita, la leyó y el Bebe Sendic la rechazó. Fuera de su estilo, en esa oportunidad dio la orden para que la declaración fuera de total solidaridad con los y las militantes de Todos por la Patria, muchos de los cuales encontraron refugio en la patria de Artigas y Sendic.

Unos meses después, en el mismo año ’89 muere Sendic, a causa de una enfermedad originada por las terribles condiciones de los 12 años de encierro. A partir de entonces, se inicia el proceso de quiebre entre la dirección del MLN- T, que inicia el camino de la institucionalización, y el Tambero Zabalza. Fue una lenta evolución que el Tambero vivió desde su interior, con la ambivalencia que produce tener la ventaja de verla de cerca y la dificultad de ver más allá de la fraternidad que se adquiere en la acción revolucionaria, profundizada por las condiciones de aislamiento en la cárcel.

Para las elecciones del ’94, en un acto en el barrio obrero El Cerro, tratando de arrimar a los anarquistas al MPP, largó una de sus frases irreverentes que provocó el horror y los ataques de los timoratos: “Con los anarquistas nos une la bandera roja y negra, el rojo por la sangre y el negro por la pólvora”. El revolucionario Zabalza comienza a percibir como algunos de los líderes más encumbrados del Movimiento, como José Mujica y Fernández Huidobro, marchaban hacia el abandono de la concepción revolucionaria.

Cuando fue elegido Edil por Montevideo en el mismo año ’94 (edil es el equivalente a un legislador de CABA), se convierte en una molestia para el MPP y el FA. Vota contra la privatización del Hotel Casino Carrasco y con su voto no impide que el Hotel, propiedad del Municipio de Montevideo, se privatice. El MPP había votado aceptando la disciplina partidaria, y presionado a Zabalza para que no entrara a la sala de sesiones. El Tambero entró a la sala y pronunció la palabra “negativo”, provocando el estallido de la barra. Luego declaró que él no votaba con los pies, que votaba con las manos y daba la cara.

Recibe al Presidente de Francia, Jaques Chirac, con un discurso tremendo, dejando atónita a toda la clase política, de izquierda a derecha, denunciando en la cara de Chirac las pruebas nucleares y la política racista del estado francés. El Tambero terminó diciendo: “Señor Presidente: reciba el saludo del pueblo uruguayo que nunca le supo lamer la coyunda al colonialismo francés”. Como es de imaginar, provocó un terremoto político que llevó a que el MPP, el MLN y el FA lo aislaran, y perdiera la Presidencia de la Junta Departamental.

Cuando la toma de la Embajada japonesa en Lima por parte del MRTA, el Tambero estuvo por entrar por la relación y acuerdos que tenía con sus dirigentes. A último momento se logra convencerlo que no entre y vuelve al Uruguay. El MLN-T lanza un comunicado en respaldo del MRTA en el momento que se produce la matanza de los revolucionarios. Pero ya se percibía en la interna del MLN-T un viraje a la institucionalización del Movimiento. El Tambero termina abandonando el MLN en el ’96 y el MPP en el año 2000. Pasa a militar en la base abandonando su actuación en la política institucional.

En 2004 el FA triunfa en las elecciones presidenciales, se calcula que al acto de cierre fueron 500 mil personas y a los festejos casi un millón. El tambero se mantuvo desconfiado, porque si bien votó al FA porque decía que había que acompañar esa pueblada. Cuando vio la postura de sus ex compañeros, Jorge Zabalza le escribió una carta a Fernández Huidobro, segundo (con el permiso de la cultura tupamara) del ya fallecido Sendic, la soberbia Carta de los Cien: «¿Pa’ qué diablos sobrevivimos, Ñato?». Fue un 8 de octubre, fecha emblemática de la revolución latinoamericana, de 2005.

Como escribió Marcelo Estévez: “Estas cosas hicieron grande al Tambero, se atrevió a denunciar el pacto de sus compañeros cuando eran intocables, no midió costos políticos ¡y si los habrá tenido! Pero callarse era ser cómplice y cobarde. El Tambero era valiente, rebelde, tupamaro”.

Nuevamente en la base

Al salir del MLN se ganó la vida como carnicero en el barrio Santa Catalina, uno de los barrios más populares de Montevideo, continuando la militancia en la base social, ayudando en la ocupación de tierras, al movimiento cooperativo, pero no puede dejar de serlo de las iniciativas políticas de cultura tupamara. Muchos militantes criticaron a Zabalza en ese momento porque no comprendían la situación, no vieron el pacto.

En ese momento se profundiza el doble discurso, porque mientras que el Pepe Mugjica y Fernández Huidobro proseguían haciendo discursos revolucionarios, por otro lado empezaban a pactar la impunidad con los genocidas para posibilitar la llegada del FA al gobierno. Con los años se fue esclareciendo y entre muchas frases Mujica dijo “no quiero viejitos presos” refiriéndose a los asesinos y torturadores“, y “yo antes quería cambiar el mundo y ahora me conformo con barrer la vereda de mi casa”.

«No le creímos al Tambero, cuando en soledad empezó a denunciar el pacto de impunidad que había entre sus ex compañeros y los genocidas», dice Marcelo. “Hace unos 10 años me encontré de casualidad con el Tambero en un centro comercial, nos cruzamos las miradas y me animé a decirle: ‘¿Qué haces Tambero, te debo una disculpa, tenías razón, te puteamos y tenías razón, estos hijos de puta pactaron’. La reacción de Jorge fue darme un abrazo, hablamos un poco y en lo personal sentí un alivio impresionante”.

Hoy el MLN es una sigla vacía, el MPP una maquinaria electoral sin contenido transformador. Uno de sus militantes más críticos, fundador e integrante de los nueve rehenes, Julio Marenales, califico al MLN como un gigante estúpido. Mujica, incluo, ha tenido acercamientos a Cabildo Abierto, que es el Partido Militar en el Uruguay.

Los escritos del Tambero

Como muestran las fechas de publicación, casi todos sus libros fueron escritos desde la militancia de base: El miedo a la democracia (1986), El Tejazo y otras insurrecciones (1995), La Estaca (1998), Raúl Sendic, el tupamaro. Su pensamiento Revolucionario (2010), La experiencia tupamara. Pensando en futuras insurgencias, (2016). El título de uno de los capítulos de este úlimo libro, “Herejía en la Herejía. Hay que armarse para luchar”, lo pinta tal cual era.

El 8 de octubre en Minas, como homenaje a su hermano Ricardo, presentó La leyenda insurgente (2019), en el que recrea un Artigas no acartonado y se adentra en aportes a las rebeldías futuras. En una entrevista por este libro, definió a Mujica como «…el símbolo del tipo que renunció a su pasado, que lo fantaseó, que lo transformó en un relato épico y con eso hizo el caudal electoral que le permite hoy ser uno de los mayores operadores del capitalismo que hay en Uruguay”.

Pasaporte al ostracismo: extractos de la carta a Fernández Huidobro

«¿Pa’ qué diablos sobrevivimos, Ñato? Decía el Che Guevara que en una revolución, cuando es verdadera, se triunfa o se muere. ¡Y vaya si la tupamara fue verdadera! ¡Vaya si se daba la vida entera! Pero nosotros ni triunfamos ni morimos, sobrevivimos a gatas y eso, en algunos casos, ha sido una lástima, porque se podía haber quedado como recuerdo entrañable y en cambio, al seguir viviendo, siempre se está a tiempo de mandarse alguna gran macana. Hay viejos tupas, ustedes entre ellos, que ya no hacen política tupamara, esto es, política con un horizonte insurreccional, como el que alumbraron los soles de los ’60, pero también las lunas primaverales a la salida de la dictadura. Clandestina o en la legalidad, con armas o sin ellas, en los ’70 o en los ´’90, juntos hicimos política en serio, política para transformarnos en mujeres y hombres con valores e ideas revolucionarias, para transformar la sociedad actual en otra, sin clases y sin Estado. Después, al perder el horizonte revolucionario, ustedes se han vuelto ‘operadores políticos». Hacen política sin horizonte transformador, política para medrar en el sistema. Aceptan como algo inevitable – ‘es lo que hay, valor’– la dominación de clases y la explotación capitalista. Aceptan vergonzosamente, la dependencia del imperio en lo económico y militar.

«¿Para qué sobrevivimos, entonces? ¿Para hacer política virtual en la televisión? Política mediática que ni siquiera roza la estructura del poder económico. Es la política de ‘cómo te digo una cosa, te digo la otra’ (…) donde viejos revolucionarios tupamaros aparecen como garantía de las viejas instituciones del sistema (…) [de] una democracia chueca, sin contenido de pueblo asalariado, que sólo es instrumento para profundizar la dependencia.

«El FMI y los acreedores definen la política económica, el presupuesto nacional y, en definitiva, hasta el proyecto de país que lleva adelante el gobierno progresista. ¿Soberanía nacional? ¿Uruguay productivo? ¿Por qué no han tenido voluntad
suficiente para impulsar el proyecto de independencia económica y política? (…).
Déjense de prometer cosas que no van a cumplir (…) Están haciendo exactamente lo mismo que hacían aquellos políticos burgueses, los que despertaron la indignación de Raúl Sendic y los tupamaros primigenios. (…) el Pepe [Mujica] se abraza con el botón que lo baleó, y eso es grave, pero es peor aún lo tuyo y lo del Ratón Rosadilla al abrir los brazos a cuanto uniforme se les cruza, se están abrazando, seguramente, con algunos de los asesinos de compañeros y compañeras.

«Hay que anular la ley de caducidad para que la investigación se realice de forma independiente, bajo control de las organizaciones que luchan por los derechos humanos (…) No es cuestión de perdonar, Ñato. ¿Quién puede ser tan temerario de arrogarse la potestad de perdonar desapariciones forzosas, violaciones y torturas? (…) Caradura y tener el corazón ganado por la impunidad. Caradura y tener la voluntad quebrada por el temor (…) Pero vos bien sabés, Ñato, que los pueblos oprimidos no olvidan ni perdonan. Que la historia enseña cómo, a la corta o a larga, habrá justicia para todos, sea de la manera que fuere, porque no hay punto final en una sociedad de clases y la página que se quiere cerrar, más tarde o más temprano, siempre volverá a abrirse.

«(…) ¿en qué filosofía política están educando a la juventud?, ¿En creer que la mentira es un ingrediente natural de la vida política y social?, ¿en la lógica de la existencia de dos justicias, una para la guardia pretoriana y otra para los plebeyos? Dejar a hijos y nietos un Uruguay santuario de criminales, es traspasarles la responsabilidad de dar la batalla que no estás dando y es, además, una cobardía mayúscula que reniega de la historia heroica de las compañeras y compañeros. Es peor que la maldición de Malinche. (…) A no equivocarse. A no repetir la película de Salvador Allende pidiendo apoyo amPinochet para derrotar el golpe de Estado.

«¡Cómo quebraste la vieja fraternidad, Ñato!… Pensar que en aquellos años no fuiste tan pragmático como en los actuales, que sabías de concepciones y estrategias revolucionarias; que, vos y los otros viejos nos convocaron a dar vuelta la tortilla, no a esta miseria política que hoy protagonizás. ¿Te acordás cómo te escribiste los documentos históricos del MLN, los que inflamaban corazones e impulsaban a emprender grandes hazañas? ¡Cuántos estábamos dispuestos a dar la vida para preservar la tuya y la de los viejos! Podrán convencer a los televidentes de la política que este Uruguay progresista tiene algo que ver con aquella ‘patria para todos o para nadie’ de los Tupamaros. Pero a nosotros, no. Los viejos testigos de los años tupamaros, los que no perdimos el horizonte insurreccional, seguimos sintiendo la responsabilidad de continuar aquella lucha por un poder revolucionario del pueblo (…) Algún día, estoy seguro compañeros, ¡habrá patria para todos o para nadie!». Tambero

La carta fue una divisoria de aguas, de un lado la integración al sistema capitalista, del otro la continuidad de la lucha con los principios de siempre, ante todo el bienestar y la felicidad del pueblo trabajador. Pero ese parte aguas no se hizo sin costo. Tuvo que romper con sus compañeros de toda la vida, con varios de los nueve rehenes con los que compartió 12 años de encierro y aislamiento. Estos se trocaron en un aislamiento quizás más doloroso: el provocado por sus mismos compañeros.

Después de la Carta: ¿quién de las esferas superiores del Movimiento quería hablar con Zabalza? ¡Nadie! Pero no sólo eso, sino la calumnia y el desprecio. Pero la persistencia revolucionaria pudo más y en los 28 años que pasaron hasta su muerte se autoconstruyó como un ejemplo para las actuales y futuras generaciones revolucionarias.

Para cruzar el Río

En 1994 o 95 fui con mi familia de vacaciones a la Coronilla, pasando el estuario y ya en mar abierto. De regreso, pasamos por Montevideo y fuimos al local del MLN-T. No esperábamos ni nos explicamos el trato descortés de nuestros ex compañeros de la Junta de Coordinación Revolucionaria que integrábamos el ERP, el MIR chileno y el ELN boliviano, junto con los Tupamaros, entre los años 1972 y 1979.

Fue un golpe al corazón, ya que en mi elección política juvenil, los Tupamaros habían jugado un papel decisivo. La guerrilla del Che en Bolivia y la ofensiva del año nuevo lunar de los vietnamitas, en enero de 1968, me terminaron de ganar para las filas organizadas del socialismo. Pero fue la brillante línea operativa de los tupamaros la que me alineó con la lucha guerrillera. Comentando esto con dos compañeras del PRT me dijeron que ellas sentían lo mismo. Y como dice la canción: “una gota con ser poco/ con otra se hace aguacero”.

En 1971, en una numerosa reunión de la agrupación estudiantil del PRT en la Universidad de La Plata, el activo militante Gerardo Alter informó que él por razones personales no iba a militar un tiempo pero que no nos desalentáramos que iba a volver a militar. Nos quedó una no explicable sensación ya que el compañero más que desazón trasmitía convicción. Dos años después, la hermana organización tupamara informó que dos de sus militantes, Alter y Arteche, habían sido asesinados en el Cuartel Florida de Montevideo. También nos hermanaron las decenas y decenas de tupamaros que militaron y cayeron junto con nosotros a partir del ’72.

En septiembre de 2004, en la Cátedra Che Guevara de la Universidad de La Plata, teníamos programada, como cierre del curso sobre Las Revoluciones del siglo XX en América Latina, la clase sobre los Tupamaros. Habíamos tenido la suerte de contar con compañeros de Bolivia, Chile y Brasil, que nos ilustraron sobre sus respectivos procesos de lucha. En el caso de Uruguay intentamos invitar a un dirigente histórico de los Tupamaros, invitación que no pudimos concretar. No hubo otro remedio que ponerse a leer de apuro, y contábamos entre otros textos con los tres tomos de la Historia de los Tupamaros, escrito por Eleuterio Fernández Huidobro.

Consultado un librero amigo nos recomendó lo que podríamos llamar el «tomo 4», titulado En la nuca. Hojeé las primeras páginas y grande fue mi sorpresa al leer que teníamos, el PRT-ERP, una destacada actuación en el golpe en la nuca propinado al MLN- T, por lo que me atrapó su lectura. Me causó un tremendo impacto emocional y me una mezcla de desazón y dolor, que fue lo que me motivó a escribir una carta que, luegi, se convirtió en el libro Entre tupas y perros. Un debate con Eleuterio Fernández Huidobro.

Huidobro argumentaba que el golpe en la nuca a los tupamaros no se lo habían dado los militares uruguayos sino el MIR chileno y, sobre todo, el PRT argentino. En la respuesta buscamos no calificar sino esclarecer. En ese tono llegamos hasta el final en el que en forma elíptica fuimos durísimos: “Acuerdo con usted en muchos puntos de vista. Quiero resaltar tres. Uno es la banalización y manipulación de la autocrítica. Ésta, en muchos casos, se transformó en el levantamiento cotidiano de la bandera blanca de rendición ante el enemigo. No ahorran esfuerzos para que les crean: ¡ahora somos serios, nunca más la revolución! Otro es cuando usted asume que fueron foquistas – entiendo que como recurso polémico ya que no lo fueron- y que les fue bien, ¡y cómo, si hasta captaban militantes en otros países! En nuestro caso nos acusan de haber sido militaristas (también foquistas pero no es una acusación seria) les respondemos que sí, tomábamos cuarteles y pensábamos y pensamos que la lucha armada es parte esencial de la lucha revolucionaria y que en determinados momentos la lucha de masas se sostiene en la lucha armada. El tercero es que la derrota no fue nacional sino latinoamericana y mundial. Por lo tanto que no es bueno flagelarse buscando la ‘quinta esencia’ de la derrota o, el elixir que nos redima de ella, ya que como estos no existen esa infructuosa búsqueda a lo único que conduce es a un vaciamiento de las concepciones revolucionarias».

Entre tupas y perros fue el remo para cruzar el Plata con más suerte. Poco después de su publicación me contactaron las hermanas Marina y Rita Cultelli, hijas del “viejo” Andrés Cultelli quién, desmintiendo a Huidobro, en las cárceles argentinas conoció el valor de nuestra militancia. Ellas sentían que Entre tupas y perros era la continuidad de La revolución necesaria. Contribución a la autocrítica del MLN Tupamaros, escrito por su padre. De estos cruces es la relación con Jorge Zabalza, quién me acompañó hasta la casa de las Cultelli, en la que también estaba su madre que había sido compañera de trabajo de la investigadora Emilia Ferreiro, y me impresionó por su mirada inteligente. Entendí el emotivo vínculo que había ente ellos al saber que Alfredo Cultelli, hijo de Andrés, había caído en Pando junto a Ricardo Zabalza y Jorge Salerno.

Luego Jorge estuvo en la Cátedra Che Guevara informando sobre la historia tupamara y fue presentador de un par de mis libros, entre ellos ¿Por qué el Che fue a Bolivia? En 2019 fuimos con Marcelo hasta los confines de Montevideo para darle continuidad a una relación que se sostenía en la defensa sin ataduras burocráticas de la lucha revolucionaria por el socialismo. Dos años después, considerando que el Tambero era quién mejor podía darle contenido insurgente e internacionalista a los escritos de Mario Santucho, fue que le pedí que escribiera un prólogo a Mario Roberto Santucho. Sus editoriales y escritos estratégicos.

Aquí, cito algunos fragmentos de ese prólogo titulado «Vela de armas»:“La matanza al por mayor instaló el difuso temor a sufrir más desapariciones, asesinatos, violaciones y torturas masivas, a quedar nuevamente desprotegidos ante la violencia irracional de las instituciones”. Más adelante se afirma en su lucha en el descampado: “en el actual clima de apología a la democracia liberal, el pensamiento de Mario Roberto Santucho rompe esquemas y emplaza a la reconstrucción, ayuda a sortear las trampas del laberinto, a descubrir nuevas perspectivas, a pensar en la necesidad de prepararse para navegar con el pampero en contra”. Para finalizar contundente que “es imperioso
debatir nuevas formas de insurgencias, discutirlas con Guevara, Santucho, Marighela, Enríquez y Sendic, desbrozar las malezas y cultivar con esmero las mil flores que se abrirán en el futuro. ¿No será preciso analizar el propósito de desarrollar la guerrilla hasta transformarla en ejército popular? La formación de ejércitos también entraña la de crear las condiciones en que surgen grupos burocráticos que arrojan sombras sobre la sociedad. Las jerarquías estrictas coartan el pensamiento crítico y echan a perder el sentido de responsabilidad social, ¿no habrá que explorar más a fondo en las formas organizativas de pueblos reunidos y armados’ que nos vienen de los pueblos originarios?”

“Agradezco esta posibilidad de firmar tan cerca del legado de Mario Roberto Santucho. Me llena de orgullo. Gracias por el fuego, Robi”. No puedo ocultar que me llena de orgullo que, quizás, este prólogo haya sido su último escrito.

El último tupamaro

Así te han llamado tus compañeros queridos y es así. Siento que lo sos: de la guardia vieja, crítica a los que desertaron de la lucha. ¿Por qué las más bárbaras torturas y vejaciones no pueden lo que sí las mieles del poder? ¿Por cuáles fisuras de la conciencia se cuelan esos valores que supimos combatir? No sabemos. Pero sí sabemos que cual San Antonio, Zabalza no fue presa de esas tentaciones, sino que las pudo derrotar con su entereza moral y fidelidad revolucionaria.

Ese triunfo, Tambero, te enaltece y te convierte en ejemplo ante la historia y ante tu pueblo. Me ilusiona pensar que tu ejemplo, tu irreverencia, tus acciones, tu lucha sin descanso ni claudicaciones, tus libros y escritos, tus discursos, toda tu acción revolucionaria, ha arraigado en las barriadas populares del Uruguay profundo, entre miles de gurises tupamaros, para hacer realidad que la patria sea para todos.