El Consejo Constitucional francés resolvió validar la reforma jubilatoria que Emmanuel Macron impuso, a pesar de la oposición de la inmensa mayoría de la sociedad francesa, salteando al Parlamento y valiéndose del artículo 49-3 de la Constitución. La validación de un régimen autoritario que tiende hacia el fascismo, y contra el que están en pie de guerra las masas trabajadoras de Francia.
Por Contre- Attaque Media/
El viernes por la tarde, en vísperas de las vacaciones, una banda de viejos burgueses rodeados de hombres armados validaron en su salón parisino la reforma de las pensiones y rechazaron el pedido de referéndum. Pocas horas después, por la noche, Macron promulgó de inmediato la reforma.
Nos equivocamos si pensamos que se trata «sólo» de un aumento de la edad de jubilación. Es mucho más que eso. El 14 de abril, el Consejo Constitucional no solo validó una ley, validó una forma de gobernar. Validó el hecho de pasar por la fuerza sin votación, después de un procedimiento excepcional nunca antes utilizado, siendo una minoría, y frente a un gran movimiento social. Es la gobernabilidad del 49-3 y los gases lacrimógenos lo que se ha validado.
A partir de ahora, eso significa que habrá una nueva normalidad: un autócrata sin legitimidad ni mayoría podrá hacer absolutamente lo que quiera, solo contra todos. Esta será la regla, el umbral aceptable. Imposición de medidas ultraviolentas contra el 90% de la población. Aplastar con sangre a los que se levantan. Todo esto es «Constitucional». La burguesía en guerra ha elegido la opción prefascista para los próximos años.
Como ladrones, Emmanuel Macron y su clan promulgaron su ley de inmediato, pisoteando las sutilezas sindicales. El decreto probablemente ya estaba listo incluso antes de la decisión del Consejo Constitucional. Lo que está en juego va mucho más allá de la reforma de las pensiones, tanto para ellos como para nosotros.
Para el clan Macron, es la formalización de un régimen autoritario. Es también una oportunidad para romper definitivamente la resistencia de los millones de personas que han puesto su energía, su dinero, sus cuerpos en juego en la batalla. Se trata de desmoralizar al movimiento social más poderoso desde Mayo del ’68. Dejar sin aliento a las organizaciones obreras, a la juventud, a los rebeldes.
Esto va mucho más allá de las jubilaciones. Se trata de nuestra dignidad, de nuestra capacidad de obrar, de las libertades más fundamentales. En definitiva, de nuestra vida. Estamos en guerra, y esta historia no ha hecho más que empezar.
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