Durante el mes de abril, la comandante sandinista y activa opositora al régimen orteguista Mónica Baltodano, realizó una gira por Brasil, Uruguay y la Argentina, con el fin de difundir la situación política y social que atraviesa Nicaragua. Exiliada en Costa Rica y recientemente privada de su nacionalidad por el gobierno de Daniel Ortega, en esta entrevista realiza un balance de su viaje y explica la situación que se vive en el país centroamericano.
Por Luis Brunetto/
Estación Finlandia: Acabás de realizar una gira por Brasil, Uruguay y la Argentina: ¿qué balance hacés del viaje?
Mónica Baltodano: Esta gira tenía como objetivo informar a partidos. organizaciones de izquierda, funcionarios y parlamentarios, pero también a organizaciones de derechos humanos, sindicatos, movimientos sociales, feministas y medios de comunicación acerca de la gravedad de las restricciones de la libertad y de las violaciones de derechos humanos impuestos por la dictadura Ortega- Murillo. Debo decir que responde a una vieja invitación que me hicieron en mi calidad de comandante guerrillera de la revolución del ’79 y por mi rol en la lucha contra la dictadura somocista. Las organizaciones querían tener de viva voz información que les permitiera entender cómo se había producido la deriva derechista, autoritaria y antidemocrática de Daniel Ortega. En Brasil tuve encuentros con Celso Amorín, el canciller de los primeros periodos de Lula y su principal asesor en política exterior y con otros importantes dirigentes del PT como Eduardo Suplicy. También tuve encuentros con diferentes corrientes del PSOL, en particular con el Movimiento de Izquierda Socialista, quienes fueron los que apoyaron financieramente con aportes de los sindicatos y del comité de solidaridad esta visita, y con gente del PDT. Y con sacerdotes de la Teología de la Liberación que tuvieron mucha relación con Nicaragua en los años ’80 como Fray Beto, Julio Lancelote y Pablo César. También tuvimos una reunión en cancillería en la que planteamos el tema de cómo proceder con los pedidos de nacionalizaciones ofrecidas a los que hemos sido privados de la ciudadanía nicaragüense. En Uruguay me reuní con Pepe Mujica y Lucía Topolanski, quienes como es sabido pasaron 14 y 13 años como prisioneros políticos de la dictadura uruguaya, y ambos muy conscientes de la situación que vive Nicaragua. En Argentina, estás al tanto, tuvimos encuentros con Norita Cortiñas y pudimos participar en una de las rondas de los jueves que realizan las Madres Plaza de Mayo de la Línea Fundadora, y en el mitin que realizan al final exponiendo la situación de Nicaragua. También tuvimos un encuentro con el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel y con los parlamentarios de izquierda Mercedes de Mendieta de IS, Alejandrina Barry del PTS, el dirigente del PO Rafael Santos y Mariano Rosa del MST, algunos de ellos participantes de la caravana que en julio del año 2022 intentó entrar a Nicaragua. Pañuelos en rebeldía fue la organización que, presidida por Claudia Korol, me organizó todo el programa en Argentina. Por supuesto estuvimos también en la cancillería hablando del tema de las nacionalizaciones, cómo poder proceder. Entonces mi balance es altamente positivo porque conseguimos los objetivos que nos habíamos propuesto, que eran informar con todo el detalle posible lo que estamos viviendo, y combatir el relato que vende la dictadura Ortega- Murillo de que todo lo que hace es defenderse de ataques del imperialismo.
EF: ¿Cómo está la situación en Nicaragua después de las expulsiones, la quita de nacionalidades y de derechos previsionales?
MB: Mirá las expulsiones y la quita de la nacionalidad Ortega las realizó en base a una reforma a la Constitución que es ilegal, porque no ha cumplido el procedimiento ni tampoco ha pasado dos Legislaturas. Al obispo Álvarez, que se negó a ser desterrado, le dieron una condena brutal de 26 años de cárcel en celdas de máxima seguridad. Junto con la declaración de que somos traidores a la patria y la atroz medida de borrarnos del registro como si nunca hubiéramos nacido en Nicaragua, nos confiscaron todos los bienes, junto con la suspensión del pago de pensiones a los jubilados. Ahora, el jueves pasado, la Corte Suprema anuló los títulos de abogados de 25 nicaragüenses, entre ellos el de mi hija Mónica que es activista ambientalista. Pareciera como que Ortega ha cerrado un círculo infernal de control total en el país, y pareciera intentar reproducir no solo la criminalidad que mostró en su tiempo Somoza, sino superarla en buena medida con actos que ni el tiempo de las feroces dictaduras de América Latina.
EF: Incluso se habla de que prepara su sucesión en favor de su hijo Laureano Ortega.
MB: Ortega quiere copiar la lógica dinástica con que se reprodujo el somocismo durante 40 años a través del acto de heredar el poder a sus hijos, lo que nos llevó hasta la dictadura de Anastasio Somoza de los años ´’70. Efectivamente Ortega ha puesto a su esposa Rosario Murillo como vicepresidenta frente a un eventual deceso de él, pero a la vez ha colocado a todos sus hijos en cargos en los cuales a veces parecen sustituir incluso al canciller, o como asesores de distintas carteras con un protagonismo muy alto sobre todo en las relaciones con Rusia, China y ahora también Irán. Ahí quienes van son delegaciones presididas por sus hijos sustituyendo incluso la figura del canciller. El régimen de Ortega y Murillo basa principalmente su continuidad en el control absoluto de la instituciones, en primer lugar de la llamada Policía Nacional, a la que ha convertido en un aparato represor y criminal, pero también en el control del ejército, a quien trata de dejar en un segundo plano pero que evidentemente es el el respaldo esencial que necesita para su continuidad, y en el control del poder judicial y del poder electoral, constituido completamente por magistrados absolutamente dóciles que le garantizan la reelección continuada con votaciones tan altas que le permiten controlar de forma absoluta también el poder legislativo.
EF: ¿Y cómo practica la represión el orteguismo?
MB: Desde el 2018 todo persona con un poco de presencia opositora, o que haya tenido participación activa en las luchas contra la reforma de las pensiones, fue sometida a un proceso de vigilancia de forma abierta o encubierta. En nuestro caso la vigilancia se realizaba desde patrullas de policía que se colocaban frente a la vivienda, con personal de civil que preguntaba a los vecinos sobre si salíamos, si entrábamos, si estamos, si no estamos. Se realiza también sobre la base de las redes sociales y en los barrios a través del uso de fanáticos que vigilan todas las acciones que realizamos como oposición y, que están pendientes hasta de las reuniones familiares o cumpleaños. A una reunión donde se estaba celebrando un cumpleaños entraron agentes de civil a pedir prueba de que realmente lo que se estaba celebrando era un cumpleaños. A ese nivel de persecución está sometida la población nicaragüense. En la coyuntura del 2021 es que mi familia consideró que ya no había condiciones para seguir viviendo en casa y tuvimos que salir por rutas ilegales hacia Costa Rica. Y no obstante aún en la misma Costa Rica se ha detectado a varias personas que, cubriéndose con el hecho de que ellos son refugiados también, realizan vigilancia sobre los exiliados.
EF: Hace poco en un reportaje que hicimos a Dora Téllez ella señalaba que la abrumadora mayoría del pueblo nicaragüense de opone a Ortega: ¿conserva el orteguismo alguna base de apoyo o su poder se basa exclusivamente en el control monolitico del estado y las instituciones?
MB: ¡El poder electoral proclamó ganadora al orteguismo en las elecciones municipales del 2022 en el 100% de las alcaldías! Ese control electoral es lo fundamental porque el apoyo popular al orteguismo se ha reducido a una minúscula expresión, que generalmente son grupos fanatizados a los cuales utiliza en diversas formas. Ahora bien: la movilización cada vez más débil que realiza el régimen se basa en la obligada presencia de los empleados estatales a quienes controlan a través de lo que llaman «secretario político», que toma lista de todos los empleados que participan, y sancionan y despiden a los que no participan. El respaldo mínimo al orteguismo es lo que le lleva a prácticamente suspender los procesos electorales. En las elecciones entre comillas del 2021 prácticamente fue sólo porque todos los demás candidatos estaban presos y a todos los partidos políticos de oposición les habían cancelado su personería.
EF: La sublevación de abril de 2018, punto de partida de la profundización de la represión orteguista, tuvo un claro contenido antineoliberal, su motivo fue una reforma jubilatoria muy reaccionaria. Sin embargo, desde muchos sectores de presenta a la oposición al orteguismo como hegemonizada por la derecha pro yanqui: ¿cuánto hay de cierto en eso? ¿Cuánto tiene de antiimperialista el orteguismo?
MB: ¡Nada! Lo que pasó en 2018 fue un levantamiento popular frente no sólo frente a las políticas neoliberales que fueron las que dieron origen a las primeras movilizaciones, sino que la segunda parte de la sublevación fue en respuesta a la violencia con la que respondió el orteguismo en los primeros días, y que elevó de una forma brutal el número de muertos a 355. La rebelión comenzó con pequeñas marchas de ancianos contra la reducción de sus pensiones, que fueron reprimidos como tradicionalmente se reprimieron las manifestaciones de descontento en el gobierno de Daniel Ortega. Ya en el 2008, las manifestaciones contra el fraude electoral municipal fueron violentamente reprimidas por grupos de choque con macanas, con cadenas, aterrorizando a los manifestantes mientras la policía orteguista observaba y no intervenía. En el 2018 los grupos de choque golpearon a los ancianos y esas imágenes de pensionados ensangrentados fueron divulgadas en las redes sociales moviendo a las organizaciones estudiantiles que se habían podido organizar de forma independiente a llamar a manifestaciones que se realizaron al día siguiente, y a la toma de universidades. Y esas tomas fueron reprimidas con una gran violencia produciendo el primer día tres muertos, al día siguiente continuaron las protestas esta vez ya en Estelí, Masaya y León, y se incrementaron las muertes de forma exponencial: murieron 18 personas con disparos a la cabeza o al corazón. Y esas muertes provocaron el levantamiento de barricadas en algunas ciudades y hay que decirlo, barricadas que recordaban a las que se habían levantado en el pasado para enfrentar a la dictadura de Somoza. Fue la memoria histórica de personas de la tercera edad la que les enseñó a los jóvenes cómo se se levantaban barricadas en el 2018. Pero las fuerzas paramilitares esta vez ya no iban con cadenas sino con armas letales, con armas de grueso calibre, disparando. Las barricadas entonces se siguieron multiplicando hasta que la población pasó realmente a controlar amplios espacios territoriales, el régimen de Daniel Ortega durante varios días perdió el control. Quiénes estaban detrás de la barricada era población de distintas procedencias políticas e ideológicas y, hay que decirlo, muchísimos sandinistas. Pero el diálogo que se instaló de inmediato a pedido de Ortega, que trataba de controlar la situación, fue conformado fundamentalmente por gente proveniente del empresariado y muy poca representación directa de la gente de los sectores populares que estaba en los tranques y en las barricadas. Y es obvio que si Daniel Ortega se presenta como de izquierda y antiimperialista, la gente que se levantó contra él asume ese discurso de Ortega y piensa que eso es la izquierda, y aparecen en las principales voces como que fueron de derecha, Pero en el conjunto de la oposición habemos muchos que hacemos una crítica y denunciamos al régimen de Ortega desde la izquierda, porque es un régimen neoliberal, un régimen extractivista, un régimen patriarcal que fue capaz de retroceder hasta el siglo XVIII eliminando incluso el aborto terapéutico, la mínima expresión de autorización al aborto fue criminalizada. Es un régimen que ha abierto de par en par las puertas a las concesiones de explotación minera en sus formas más brutales, dándole todas las ventajas a las transnacionales. Obviamente que la oposición de derecha no habla de estas cuestiones sino que enfatiza principalmente en su carácter dictatorial y en el tema de la democracia, pero realmente el régimen de Ortega no tiene nada de izquierda y por eso desde la izquierda también lo denunciamos y le reclamamos por todas las violaciones a los derechos humanos cometidas en el contexto de esa protesta, pero también por las que sigue cometiendo contra las comunidades indígenas que en los últimos 10 años del gobierno de Ortega ya reportan 70 muertos, centenares de heridos, mujeres violadaspor parte de grupos de colonos que son la avanzada de los intereses extractivistas que quieren apoderarse de sus tierras, muchos de las cuales son reservas como la de Bosawás, en donde las comunidades indígenas de misquitos y mayagnas han sido sometidas a cruentos procesos de desalojo.
EF: ¿Cómo se explica esta deriva derechista y represiva de Ortega?
MB: Luego de la derrota electoral del ’89, la apropiación privada de bienes que habían sido confiscados o nacionalizados, y que por efecto del abuso cometido por parte de un sector de la dirigencia sandinista en la aplicación de la ley 8586, o «la piñata», es el factor originario de las mutaciones brutales en el pensamiento y en los ideales de una fuerza otrora revolucionaria que terminó siendo un aparato de respaldo a un proyecto netamente capitalista y en el cual los principales líderes son ahora capitalistas ellos mismos, dueños de medios de producción, accionistas de bancos, partícipes de grandes negocios en el sector de la energía, dueños de canales de televisión. La familia Ortega Murillo tiene el control de todos los canales de televisión. Esa piñata continuó también a través del proceso de Concertación 1 y 2, que le otorgó supuestamente a los obreros de las fábricas y las empresas agrícolas que habían sido nacionalizadas el 25% de las acciones cuando fueron privatizadas. ¿Pero dónde está ese 25%? En manos de las burocracias sindicales, y eso explica la subordinación al gobierno de las organizaciones que había creado la revolución. Estas burocracias sindicales ahora son también capitalistas y dueños de empresas. Por eso la parálisis de estas organizaciones frente a los bajos salarios de los maestros, del sector salud, que más bien se amarraron todos estos años con los grandes empresarios para mantener congelado el salario mínimo al límite tal que realmente el salario no alcanza para cubrir las necesidades básicas de la familia nicaragüense. Hay más de medio millón de nicaragüenses que han tenido que migrar en busca de mejores horizontes económicos y eso explica que las remesas familiares sean hoy mayores que el total de las exportaciones.
EF: ¿Qué queda de los ideales y las conquistas de la revolución sandinista en este ciclo del orteguismo?
MB: La lucha contra Somoza no era nada más quitar a un dictador para poner otro, como terminó pasando de algún modo con Ortega. Los ideales eran transformar la realidad nicaragüense, instalar un modelo en el que se suprimiera las brutales diferencias entre ricos y pobres y controlar los procesos de concentración de la riqueza que han llegado ahora a límites impensables. Entonces los ideales están presentes en un montón de organizaciones que han sido ilegalizadas y que siguen demandando derechos de la mujer, derechos de la niñez, derechos de los trabajadores, derechos de los indígenas,.. que siguen luchando contra el extractivismo, defendiendo los derechos de la naturaleza. Esos ideales que se levantaron entonces están ahora presentes en una parte importante de la oposición azul y blanco que está dispersa en distintas expresiones de la sociedad, entre ellos la articulación de los movimientos sociales y el movimiento campesino, una parte del cual está sobreviviendo en el exilio bajo la dirigencia de doña Francisca Ramírez y de los campamentos campesinos que se han organizado para sobrevivir particularmente en Costa Rica. También en una gran cantidad de movimientos juveniles, feministas como Las Malcriadas, el movimiento autónomo de mujeres, y que siguen luchando desde el exterior porque en el país ya no hay posibilidades de expresarse.
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