Integrante de Correpi, Ismael Jalil formó parte de la delegación de la Misión Argentina Internacional de Solidaridad y Observación de Derechos Humanos que viajó a Colombia en mayo pasado. En esta entrevista, resume las conclusiones a las que llegó la Misión, describe las características del accionar represivo del gobierno de Iván Duque y formula apreciaciones acerca de las perspectivas de la lucha del pueblo trabajador colombiano.
Por Luis Brunetto para Estación Finlandia/
Luis Brunetto: Resumíme las cifras de violaciones a los derechos humanos que pudieron verificar en Colombia.
Ismael Jalil: Nosotros visitamos el Valle del Cauca en general, las ciudades de Popayán, Cali, obviamente Bogotá y sus alrededores, Pereira y Medellín. En ese recorrido, que nosotros hayamos podido constatar específicamente, y entre los delitos más graves, tenemos 200 desapariciones y una desaparición forzosa, estableciendo que las desapariciones tienen que ver con que muchas veces los detienen, se los llevan y después aparecen, porque estuvieron detenidos y nadie tenía conocimiento o bien porque no está acreditado que haya intervenido una fuerza policial regular del estado en la desaparición. De desaparición forzada seguida de muerte si hubo un caso concretamente acreditado en el que participó la policía. Después constatamos 62 homicidios, heridos 547, y cuatro lesiones oculares y 6 abusos sexuales. En los abusos sexuales todo es a nivel de manoseos, desnudos, todo ese tipo de cosas que hace la policía, tanto en la vía pública como en los lugares de detención. Y después hay cantidades enormes de detenidos, obviamente muchas agresiones a la prensa, a las organizaciones de derechos humanos. Todo eso es común que ocurra en las movilizaciones.
LB: ¿Cuál es el caso de la desaparición?
IJ: Es el de Brahian Rojas, que apareció río arriba en el Cauca cinco días después de ser visto por última vez, cuando lo detuvo a golpes la policía Nacional sobre un puente del mismo río.
IJ: La impunidad y la crueldad son terribles…
IJ: Si. Son casos que te conmueven por lo crueles, que no te podés olvidar. Por ejemplo el de Allison, que es la chiquita que fue perseguida y cazada por el ESMAD, llevada a una Unidad de Reacción Inmediata, qué es un lugar de detención de más o menos media manzana, una especie de gran alcaidía donde alojan detenidos. Esto fue en la URI de Popayán, que está en pleno centro. La llevaron ahí y la gente se congregó pidiendo la libertad de ella y de otra chica de nombre Jennifer. Cuando les dan la libertad la chica se va directo a su casa y escribe en su Facebook «estoy a favor del paro, me he manifestado varias veces en estos días, pero justo hoy yo no salía para el paro sino para la casa de un amigo, pero fui cazada virtualmente, maltratada y además manoseada hasta el alma»: Cuando en Colombia dicen «manoseada hasta el alma» es porque la chica le hicieron de todo, se cuidan de no tener acceso carnal pero le hacen de todo. La cuestión es que la chica era hija de policías, y el padre salió inmediatamente a desmentir a su hija, diciendo que no podía responder por la conducta de su hija. A la mañana siguiente esa chiquita se suicidó con el gas de la cocina, puso una manguera y se puso una bolsa en la cabeza…
LB: Ese caso provocó un estallido de furia de la gente…
IJ: Sí, todo el mundo se movilizó a la URI y en el momento en que la gente estaba protestando, a 200 metros del lugar, apareció el ESMAD a los tiros. La gente prendió fuego la URI, la quemaron. Una de las bombas del ESMAD le perforó el cuello a Sebastián Quintero, que era un referente social del barrio Bello Horizonte, en las afueras de Popayán. Esto a mi inmediatamente me hizo recordar a Darío Santillán, no sólo por la calidad humana que evidentemente este pibe demostraba, un estudiante universitario con mucha inserción y mucha referencia en el barrio, sino porque pareciera que le tirarón a él a propósito. Yo hablé con el padre que sostiene esto mismo, que lo buscaron. Otro caso que me impactó de primera mano es el de un pibe changarín de la comunidad indígena Totoró, Harold Conejo, que vivía solo en Popayán. Él es un gotero, que es como le dicen allá al changarin que carga y descarga camiones, y volvía de trabajar para su casa caminando porque no había micro por el paro, y tuvo la mala suerte de pasar frente a un Centro de Atención Inmediata, qué es como una estación de policía más chiquitita, sin lugar para detener ni nada, pero desde donde también te atacan los policías. Bueno a este chico le tiran desde ahí y le vacían el ojo. Estaba internado en el hospital de San José de Popayán, los vecinos del barrio se turnaban para cuidarlo y ahí lo visité. Estos casos son solamente una muestra, pero te dan una idea de lo tremenda que es la represión.
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Ismael con Harold Conejo en el Hospital de Popayán
LB: Una de las características más notorias de la represión es el uso de agentes de civil y paramilitares…
IJ: Nosotros constatamos 12 denuncias de participación concreta de civiles infiltrados en las marchas, sobre todo en las ciudades, en las afueras de Bogotá por ejemplo. Y después la existencia de paramilitares que siempre están ahí, en la misma línea de la policía y digamos que en actuación conjunta con los sectores de la burguesía local, a los que se los conoce ya como los «camisas blancas». Andan en camionetas 4 X 4 detrás de la línea de la policía, tirando contra los manifestantes. Eso se da principalmente en el interior y te diría que está completamente naturalizado. Los paramilitares trabajan a menudo de la mano del ejército y de la policía, no se han desarmado después de los acuerdos de paz y son un capítulo muy especial de lo que significa la represión en Colombia.
LB: Y el ESMAD: ¿Qué papel juega, como actúa?
IJ: El ESMAD es el grupo de élite del estado, qué hace desastres. Directamente tiene una lógica bélica. La policía en Colombia depende del ministerio de Defensa, entonces tiene todo un despliegue militar. Más allá de que la Constitución colombiana diga que se trata de una fuerza civil armada, en realidad tienen todo el despliegue, la lógica y el pertrechamiento de una fuerza militar, y por lo tanto despliegan sobre el enemigo interior que han declarado, que es su propio pueblo, esa lógica militar. Primero desembarca el ejército patrullando, después, aparece la Policía nacional y el ataque final se da con el despliegue de ESMAD que aparece en forma sorpresiva con sus motos, de a dos y tirando directamente con todo lo que tienen. Y cuando digo todo lo que tienen me refiero por ejemplo al gas Venom, las famosas bombas aturdidoras que te decía que tiraron en la URI de Popayán, que debieran tirarse por protocolo en forma parabólica, pero las tiran sobre el cuerpo. Esas bombas aturdidoras son unos cartuchos que cuando caen provocan una especie de diluvio mortal, esa es la sensación que te provoca, por qué es iluminación, humo, gas, perdigonadas, estruendo, todo junto, toda la vez, y eso no lo tiran en forma parabólica sino que lo tiran directamente al cuerpo. El ESMAD es sin ningún lugar a dudas la fuerza más criminal que tiene la policía de Colombia y uno de los reclamos de todos los que están levantados, de todas las plataformas de derechos humanos, es la desactivación de ese grupo de elite.
La URI de Popayán incendiada en protesta por la muerte de Allison Meléndez
LB: Se habla del uso de drogas, cocaína y otras sustancias, por parte de los agentes del ESMAD…
IJ: Mirá, cuando vos los ves en acción a los agentes del ESMAD te da la sensación abiertamente de que son fieras desatadas, algunos en condiciones que hacen sospechar que están completamente pasados de algún sustancia. El criterio para disparar es abolutamente indiscriminado. Pueden tirar adentro de una casa, pueden tirar adentro de un colectivo, no respetan absolutamente nada y la ferocidad del accionar es indiscutible. El propósito es exterminar, eso es lo que parece que pretenden.
LB: El empresariado colabora con la represión abiertamente, de un modo que se puede asimilar al fascismo…
IJ: Sí, es así. El narco estado colombiano es una mezcla entre una casta política liberal, que maneja y conduce claramente Álvaro Uribe más allá del gobierno títere de Duque, el narco y el empresariado tradicional. Y dentro del empresariado el de las grandes ciudades cumple un rol fundamental. Hasta prestaron locales para la represión, como la cadena de supermercados Éxito en Cali, o los talleres mecánicos enormes de la línea de colectivos Playa en la zona de Usme, en el sureste de Bogotá. Fueron lugares donde la gente era alojada, y no puedo decir que sea un centro clandestino de detención porque en realidad era un lugar de tránsito evidentemente para destinar hacia alguno de los lugares donde finalmente los iban a alojar, si es que no le daba la libertad antes. El tema es que ellos tienen un sistema que les permite tener detenido por 36 horas sin ningún tipo de rendición de cuentas, ningún tipo de protección legal, y dónde la policía hace con los detenidos lo que quiere. Hay algo que intentó hacer Macri en Argentina que allá es moneda corriente, que es el traslado de los detenidos muy lejos de su lugar de residencia, cambiarlo de lugar varias veces, porque eso dificulta o impide que la familia y los defensores se hagan cargo y sepan que está pasando con el pibe. En Usme, que es la zona más pobre de Bogotá, dónde está el Puente de la Dignidad, esto es muy común, que a los detenidos ahí se los traslade hacia barrio Kennedy, hacia Monte blanco, que son lugares a 10 kms. del lugar de residencia estos chicos, y en la marea de detenciones arbitrarias que hay los familiares no saben para qué lado disparar, y normalmente lo que pasa es que se quedan esperando hasta que el pibe puede aparecer o legalizarlo.
LB: ¿Y qué franjas de la población dirías que son las protagonistas de la rebelión?
IJ: La conformación del levantamiento en las ciudades no es igual que en el campo o en el interior. Sí en todos los casos sin embargo se da una constante: La primera línea es la juventud, absolutamente jóvenes en esa primera línea, y mujeres, muchas de ellas en la segunda línea. En la parte sur de Bogotá por ejemplo, que es una zon parecida al conurbano bonaerense, una zona muy empobrecida, ahí es donde está por ejemplo el Puente de la Dignidad, y eso está en manos de jóvenes, de pibes que van al frente, y detrás tienen a sus propias madres. Así es como la mujer ocupa un rol determinante en todo el levantamiento. En el campo y en la las rutas del interior aparece la misma ecuación de los jóvenes pero participan menos mujeres, y tenés los grupos más combativos que hay que son los grupos indígenas, los campesinos, los cocaleros, todo ese grupo de gente que está ahí de algún modo sosteniendo los bloqueos. Pero siempre se expresó el levantamiento con mayor fuerza en las grandes ciudades, por caso Bogotá, Cali, Popayán. Después está por supuesto la articulación con las organizacionea de derechos humanos, que también están permanentemente, e inclusive en algunos lugares sectores de la Iglesia tienen un rol fundamental.
LB: ¿Cómo caracterizarías la relación entre las bases que sostienen los bloqueos y los llamados «puntos movilizados» con las direcciones que integran el Comité Nacional de Paro?
IJ: El Comité tiene una presencia relevante en Bogotá, pero con el resto de las plataformas, como el CRIC* o el campesinado, bueno ahí tiene una articulación muy puntual, no es hegemónico. Suelen hacerse algunos acuerdo muy puntuales para algunas acciones de resistencia que se articulan en conjunto y medidas fundamentales como continuar o no continuar con el paro pasan por esa mesa. Pero por ejemplo el levantamiento de los bloqueos en la zona de la ruta Panamericana, cuando se trató ese tema después de la militarización del Valle del Cauca que dictaminó Duque, eso se hizo únicamente en una asamblea de la minga indígena, que fue la que resolvió el levantamiento escalonado de los bloqueos, para ver si el gobierno ofrece algún tipo de negociación. Lo contrario hubiera sido exponerse a una masacre y fue tácticamente correcto. Pero no lo decidió el Comité de Paro, eso fue exclusivo de la minga. Eso te da una idea de que la articulación es muy puntual, para algunas cosas, y que el Comité no tiene la hegemonía de la conducción digamos, de la dirección del levantamiento.
Bloqueo sobre la Ruta Panamericana
LB: ¿Y que papel juega la Minga indígena?
IJ: Bueno la Minga tiene una particular influencia sobre la población indígena, es muy respetada, es la instancia asamblearia por excelencia. La organización indígena es realmente brillante, tienen un desarrollo fantástico, y las resoluciones de la Minga son determinantes. De aquí su peso político, a pesar de ser una población menor en Colombia, porque no llegan a 200 mil, un 2 % de la población general. Lo que se resuelve en la Minga después se lleva a la práctica. En la zona del Cauca, donde está la comunidad Nasa, hay líderes y lideresas francamente notables, como la estudiante que fue baleada en Cali por un civil, Daniela Soto, que tiene una mirada muy profunda, que cada vez que habla en las mingas es muy escuchada. Pero están todas las generaciones involucradas y está esa estructura típica y tradicional de los indígenas que es la palabra del mayor, que se toma como referencia. Y tienen una organización impresionante con una universidad propia donde enseñan el derecho propio, manejan conceptos que son absolutamente diferentes a los nuestros y consideran, por ejemplo, que el ataque a una a una persona de la comunidad es un ataque colectivo. La contracara de esa fuerza y esa presencia en el Cauca es el racismo y supremacismo que generan en sectores de la población que, vos fijate que increíble, en general la población de ahí es toda indígena, incluso el blanco tiene alguna alguna raíz indígena, pero por supuesto los sectores medios, los comerciantes, no se encuentran para nada identificados con esa raíz.
LB: El Cauca está en una zona económicamente estratégica, eso refuerza también la importancia de la población que está ubicada ahí…
IJ: Claro. No es menor eso, en esa zona la ruta Panamericana que une Popayán con Cali, Pasto con Cali, el sur con el centro de Colombia, es la ruta que va pegada a la cordillera y de ahí sale un camino al puerto de Buenaventura, qué es donde se maneja todo el comercio exterior colombiano. Y ahí aparece otro factor de este conflicto, porque al gobierno se le abre una disyuntiva que es la apertura hacia el puerto de Buenaventura, que implica sí o sí la salida al Pacífico y por tanto China. De ahí, y para el lado del oriente, lo que hay es una llegada al Amazonas y al Brasil, por lo tanto la idea de que haya una línea de comercio exterior de China entrando por el Pacífico y desembarcando en Brasil implica una disputa del mercado latinoamericano para Estados Unidos, lo cual también explica, además del tema Venezuela, dos cuestiones básicas que se ponen en juego en materia de seguridad y defensa para el gobierno Duque, y para el uribismo que está detrás, que son el tema de las bases yanquis por un lado, y el de la integración de Colombia en la OTAN. Así que el lugar donde están los indígenas, por todos estos motivos, es estratégico, y entonces incrementa el valor de las decisiones que se toman en la Minga.
LB: ¿Y que perspectivas le ves al levantamiento?
IJ: Inciertas. Colombia ha tenido dos grandes ciclos de violencia, el primero en el «período antiguo de la violencia», como lo llaman ellos, que va del ’48 al ’60, donde se enfrentaban liberales y conservadores, y después está el segundo que es el de la guerra contrainsurgente que se dio entre ’65 y los últimos años. Hay muchos que plantean que el incumplimiento de los acuerdos de paz de La Habana del 2016 ha significado una especie de disparador de un tercer ciclo de violencia, y que bien podría ser este el inicio concreto de un nuevo ciclo. Yo coincido con esa lectura. A eso y a toda la situación económica se le sumó la pandemia, el empobrecimiento de Colombia es absoluto, un 66% de trabajo informal, un salario básico o mínimo o medio que no alcanza para sostener más de 15 días, y esa realidad está golpeando muy duro en la cotidianeidad de la gente, al punto tal que hasta los propios comerciantes y sectores medios te apoyan el paro. Obviamente no quieren saber nada con los bloqueos porque se quedan sin vender, pero no encontramos gente, salvo los hacendados o la alta burguesía colombiana, no encontramos a nadie que no haya estado de acuerdo con el paro. Todos dicen que es absolutamente legítimo que la gente salga y se pare de manos, porque la situación es verdaderamente una situación límite. Cómo va a derivar sin dirección homogénea y unificada, es muy difícil predecirlo. Los pibes que están en la primera línea tienen toda la la decisión de quedarse y de multiplicar los esfuerzos por dar la pelea. Pero eso es en las grandes ciudades. En el interior se empieza un poco a «deflecar». Por lo que yo pude hablar con los dos sectores políticos más representativos, Marcha Patriótica y el Congreso de los Pueblos, pareciera haber una especie de decisión de tironear hasta que esto aguante. Por el momento ellos siguen apostando a una salida electoral. Eso, siempre y cuando no ocurra un autogolpe por el lado de Uribe, que eso no está para nada descartado, que las propias fuerzas uribistas que están en plena negociación con los narcos, puedan dar un autogolpe y ahí sí establecer directamente un trabajo de limpieza a fondo. Por eso te repito que es incierto el futuro.
* CRIC: Consejo Regional Indígena del Cauca, al que está subordinada la Minga.
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