«19 de Julio: ¡No más dictaduras!» por Mónica Baltodano desde Nicaragua

El aniversario 42 del triunfo revolucionario sandinista encuentra a varios de los principales dirigentes de aquella gesta en las prisiones del orteguismo. En esta nota, Mónica Baltodano, otra protagonista de aquel proceso, reseña la trayectoria revolucionaria de tres de esos prisioneros, Dora María Tellez, Hugo Torres y Víctor Tinoco, rechaza la identificación entre orteguismo y sandinismo, y analiza el tránsito hacia la decadencia del régimen encabezado por Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo.

Por Mónica Baltodano* para Estación Finlandia/

El 42 aniversario del triunfo de la Revolución Popular Sandinista encuentra, odiosamente, a héroes de aquella gesta encarcelados por el orteguismo desde hace más de 40 días. Dora María Téllez, Hugo Torres y Víctor Hugo Tinoco, detenidos desde el 13 de junio, están sometidos a total aislamiento, sin que sus familiares los puedan ver, en proceso de investigación que durará 90 días, por una absurda acusación de traición a la patria.

Dora María Téllez estuvo al mando de la insurrección final en León, la primera ciudad importante en sacar a la Guardia de su cuartel. El temible Gonzalo Evertz, Vulcano, uno de los generales criminales que tuvo la Guardia Nacional y represor de los campesinos en el norte, fue sacado por los guerrilleros, en vergonzosa derrota, el 16 de junio de 1979. Las fuerzas insurgentes de León también fueron las primeras en entrar el búnker de Somoza el 19 de julio. Dora María había sido de la dirección del comando que se tomó el Palacio Nacional en agosto de 1978, rescatando de las cárceles a más de 60 prisioneros sandinistas. Para entonces, ya había combatido en el Frente Norte, entre 1977 y 1978. En los años ochenta fue Ministra de Salud y en el presente es un referente obligado de la lucha política nicaragüense.

Hugo Torres participó en la acción del 27 de diciembre del 74, conocida como la toma de la casa de Chema Castillo, cuya consecuencia fue la salida de la cárcel de Daniel Ortega y otros prisioneros. Torres volvió a Nicaragua en noviembre de 1975 acompañando a Carlos Fonseca. Luego estuvo en la montaña. Fue parte del mando en la toma del Palacio Nacional y por tanto el único guerrillero que participó en las dos acciones espectaculares que pusieron al FSLN en las primeras páginas de los diarios del mundo. Formó parte del Ejército Popular Sandinista hasta su retiro con el grado de General, después de 1990.

Víctor Hugo Tinoco, como el poeta Leonel Rugama, se salió del seminario para meterse a la guerrilla. Se destacó como dirigente estudiantil mientras estudiaba medicina en León. Siendo ya clandestino en Managua dirigió esfuerzos para fundar el Movimiento Pueblo Unido y luego pasó a la montaña, siendo integrante de la Unidad General Pedro Altamirano (GPA). Participó en distintas acciones ofensivas y en la insurrección final, en las tomas de Achuapa y El Sauce. En los ochenta fue embajador de Nicaragua ante las Naciones Unidas; posteriormente, fue vicecanciller del Gobierno de Nicaragua.

Estos presos, los precandidatos y líderes políticos capturados en la oleada represiva de junio de 2021 y los más de 140 presas y presos políticos que el régimen retiene hasta hoy, lo son por sus ideas políticas y por luchar cívicamente para cambiar la situación de Nicaragua, víctima de la dominación sultánica, absolutista y dictatorial de Daniel Ortega a partir de 2007.

Las acciones de Ortega, mucho antes que llegara a la presidencia, ya mostraban el talante autoritario y el abandono de los ideales y proyecto por el que luchamos durante muchos años. Los espacios institucionales que fue controlando con el favor de los pactos con Arnoldo Alemán y el cardenal Miguel Obando y Bravo, los usó para intimidar, chantajear, comprar, corromper y controlar el país. Cuando llegó de nuevo al Ejecutivo se juró no volver a soltar ese poder y lo mantuvo hasta 2018 con la complicidad de los grandes empresarios.

Ya sabemos que luego Ortega no vaciló en embarrar de sangre, de cárceles y de terror el partido usurpado. A través del control de medios de comunicación, trata de apropiarse la historia heroica de participantes de la gesta revolucionaria para construir el interesado y desviado relato de que Ortega y Murillo son hoy los continuadores y herederos directos de Sandino y Fonseca. Intentan aparecer como los líderes y actores principales de la lucha que dio al traste con la dictadura de Somoza, y aparentar que representan las motivaciones e ideales, patrióticos y democráticos de varias generaciones de revolucionarios – miles de los cuales dieron su vida por ese sueño. En realidad, son la antítesis de la utopía que aún nos sigue orientando a muchos sandinistas y otros patriotas nicaragüenses.

Nosotros rechazamos los intentos interesados tanto de la derecha como del orteguismo de fundir como un todo el pasado con el presente del sandinismo, y lo hacemos por honor a la verdad histórica. No se puede reducir el sandinismo al orteguismo, como en su momento hubiese sido faltar a la verdad confundir somocismo con el liberalismo. La cárcel que sufren los tres héroes aludidos, como la que sufrieron Carlos Brenes, Tomás Maldonado (q.e.p.d), Lenín Salablanca, mi hermano Ricardo y muchos otros, lo confirma. Somos miles de sandinistas los que luchamos desde hace más de 20 años contra el orteguismo.

Nosotros conmemoramos el 42 aniversario de aquella naciente revolución, enfrentada tempranamente al imperio norteamericano, asfixiada por el bloqueo y la guerra, que emprendió importantes transformaciones y realizó hermosas tareas como la Cruzada de Alfabetización. No nos negamos a reconocer que también se cometieron errores y violaciones a derechos esenciales, y que en ellos estaba -seguramente- la semilla de la que brotó la maleza de la actual dictadura.

Pero no podemos olvidar que esa semilla fructificó también en el abono del caciquismo, el uso clientelar de programas y recursos del Estado, la corrupción, las guerras fratricidas y las pasadas de cuentas,  herencia que arrastramos desde el pasado de poder de criollos y caporales. Todos estos han sido males y parte de la cultura política de timbucos y calandracas, legitimistas y democráticos, conservadores y liberales, y ahora reproducidos -hay que reconocerlo- desde las entrañas del sandinismo, por el orteguismo.

La herencia de entreguismo, despojo nacional y enriquecimiento ilícito de oligarquías y abuso del control del estado, es también es responsable del empobrecimiento y exclusión de las mayorías, y de la actual situación de Nicaragua. La condición de vulnerabilidad económico-social del pueblo favorece el providencialismo, el populismo, la resignación y el caudillismo.

La cúpula del poder orteguista se alió con el capital y juntos expandieron sus negocios, dotándose de privilegios y facilidades. Así el orteguismo es responsable de leyes que favorecen la entrega de los recursos naturales al capital extractivista, a través de concesiones forestales, pesqueras, mineras, y la gran concesión canalera, a la que le dieron rango constitucional. Igual que hicieron con el modelo de diálogo y consenso con el sector privado, bajo la sombrilla del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Nada más lejano que lo que predicaba la Revolución de los ochenta, y que sigue predicando, esquizofrénicamente, el orteguismo, pues dicen una cosa y hacen otra.

Para el sandinismo no orteguista, recordar y seguir los pasos de Carlos Fonseca y su revolución, consiste en resistir y movilizarse, apoyar y confiar en el liderazgo de lo mejor de los jóvenes, a la vez que renunciar al dogmatismo y a esclerotizados relatos ideológicos. Persistir hasta lograr la liberación de todas las presas y presos políticos, el retorno seguro de los exiliados, el establecimiento pleno de la libertad, la justicia, la equidad social y la democracia. Estas últimas banderas, son las mismas de la revolución de hace 42 años, alzadas desde aquel tiempo con coraje y valentía por lo mejor de todo el pueblo nicaragüense.

¡19 de julio es…nunca más dictaduras! ¡19 de julio sin presos políticos!

* Comandante Guerrillera de la Revolución Sandinista, tuvo un rol protagónico en la Insurreción de Managua y el Repliegue a Masaya, y en la toma de Jinotepe y Granada. Durante el primer gobierno Sandinista fue Vice Ministra de la Presidencia y Ministra de Asuntos Regionales. Miembro de la Dirección Nacional del FSLN, fue electa Diputada en 1997. Luego del pacto con el presidente derechista Arnoldo Alemán en 1999, rompe en rechazo de la deriva reaccionaria impuesta al FSLN por Daniel Ortega. Diputada por Rescate del Sandinismo 2007- 12, es Presidente de la Fundación Popol Na, cuya personería jurídica fue ilegalmente cancelada y sus bienes ocupados en 2018. Como Historiadora, ha publicado 4 volúmenes de Memorias de la lucha sandinista

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